Camilo Ratti

Aguad, soldado heroico

“Queremos un sistema de medios competitivo, Argentina necesita modernizar sus comunicaciones y por eso vamos a la convergencia tecnológica” dijo sin sonrojarse el ministro de Comunicaciones Oscar Aguad al anunciar la intervención de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca) y la Autoridad Federal de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (Afstic) el 23 de diciembre de 2015. A menos de dos semanas de asumir, quien fuera abogado de Clarín en los años 90 dejaba en claro que llegaba al gobierno de Macri con un claro objetivo: liquidar la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual para garantizar que sus anteriores patrones sean aún más grandes y poderosos que ahora. Y vaya si lo logró. El 30 de junio pasado la Comisión Nacional de Valores anunció la fusión de Cablevisión y Telecom. “Una gran noticia para los argentinos, que obliga a las otras empresas a apurar las inversiones”, volvió a decir Aguad, con el mismo entusiasmo que mostró cuando descubrió que gracias a internet ¡uno podía hacerse un tratamiento en Estados Unidos y ver la radiografía en Argentina!
Si antes que el “milico” aterrizara en el gabinete de Macri el sistema de medios ya era concentrado, tras su salida será híper recontra concentrado. Y solo tres datos bastan para demostrar que no exagero: la nueva megaempresa que integrarán Clarín y Telecom pasará a controlar un tercio del mercado de telefonía móvil, más de 55 % de las conexiones a internet y el 40 % de la TV paga, que en caso de Córdoba llega al 90 por ciento, algo inédito mundialmente. Pero la destreza de Oscar no termina aquí: a partir del 1 de enero del 2018 serán los únicos con capacidad para ofrecer el famoso “cuádruple play”, que consiste en ofrecer un único paquete de telefonía fija y móvil, internet y televisión por cable. El resto de las empresas podrán empezar a hacerlo cuando Clarín ya sea líder en el mercado, confirmando que no solo corre con el caballo del comisario, sino que el comisario también es empleado suyo.
Otro de los “grandes aportes” de Aguad a la democratización de la comunicación fue el desmantelamiento de la Dirección de Proyectos Especiales de Afsca, que durante tres años implementó el Fomeca, un fondo que destinaba el 10% de lo recaudado por el organismo al financiamiento de proyectos audiovisuales de medios comunitarios y Pueblos Originarios, que en Córdoba entregó 15 millones pesos a proyectos de radio y tv comunitaria y a nivel nacional 175 millones. Ahora no solo les demoran en pagar lo que les deben, sino que el Enacom sale de gira a decomisar equipos de los medios comunitarios sin licencia, a la usanza del viejo y corrupto Comfer de Carlos Saúl en los fatídicos 90.
Pero como el verdadero botín no eran solo los medios, sino las telecomunicaciones –que ahora incluyen a los primeros-, el mejor soldado de Macri autorizó que 6 ó 7 satélites extranjeros puedan vender servicios en Argentina, lo que desfinancia completamente a ARSAT, que hasta la llegada de Oscar y su yerno, Rodrigo De Loredo, fue la gran apuesta nacional en el mercado aeroespacial. Y por las dudas dudaran de su contracción al trabajo, el ministro hizo horas extras: este año el gobierno nacional le otorgó a Clarín sin costo la frecuencia 4G del servicio de telefonía celular que era de ARSAT, desconociendo la Ley Satelital. Por si no entendiste, vamos de nuevo: la cartera de Aguad retacea recursos a los medios comunitarios y decomisa los equipos a radios de baja potencia, y regala espectro (un bien público, de todos los argentinos) al principal grupo mediático argentino -y ahora de habla hispana-, superior inclusive que O Globo, de Brasil, y Televisa, de México. Aguad lo hizo. Con la venia de Mauricio, claro ¡Bingo!
En un país donde muchos no llegan a fin de mes y las energías están puestas en garantizar lo básico, morfar, esto suena sofisticado, pero no lo es. Todo pasó demasiado rápido en el aluvión macrista, pero conviene recordar que la Ley de Medios se sancionó para construir un mapa audiovisual que garantizara el pluralismo, la diversidad y el federalismo, condiciones fundamentales para cimentar un sistema democrático que se choca de narices con las corporaciones mediáticas, aparatos monstruosos y tentaculares que en lugar de ofrecer información confiable y veraz, operan como efectivos “instrumentos de control de la opinión pública en beneficio del poder económico del cual forman parte”, como dice Chomsky, que algo sabe de medios y poder. Ni hablar de que en América Latina funcionan, además, como grupos de choque y desestabilización de gobiernos democráticos y populares, resortes junto al poder judicial de los sectores más conservadores que ya no necesitan tanques ni grupos de tareas que secuestren militantes, sino un poder de fuego mediático que construya un sentido común adverso inclusive a los propios intereses de las grandes mayorías. El esperado (por el gobierno) regreso de Lanata a la TV con CFK liderando todas las encuestas, no me deja mentir.
Además de garantizar la altísima rentabilidad a los sectores más concentrados y poderosos de la economía (bancos y exportadores de granos) Macri, Aguad y el resto del elenco cumplieron su parte del trato: en un solo pago y con intereses usureros saldaron su deuda con quien transpiró la camiseta como ninguno para que llegasen a donde muy pocos lo imaginaban: Héctor Magnetto, ese hombrecillo oscuro y siniestro que construyó un imperio mediático a partir de la estafa de Papel Prensa consumada con el dictador Videla en 1976, y que hoy aprovecha las mieles de un gobierno que necesita del blindaje mediático para llegar al final del túnel, con la libertad de expresión y el derecho a la comunicación de los argentinos como moneda de cambio.
Entre pares
Con la satisfacción de haber aportado lo suyo, Aguad deja Comunicación para aterrizar en Defensa, un ministerio en el que también se mueven miles de millones, y que en definitiva le sienta mejor a su glorioso pasado en el área, como cuando siendo Ministro de Asuntos Institucionales en el gobierno de Mestre padre ascendió al Tucán Yanicelli, emblemático torturador de la D2, a jefe de inteligencia criminal de la policía, una lamentable decisión que finalmente no se materializó por el escándalo que generó en la sociedad cordobesa y hasta en el propio partido radical. Pero está claro que el hombre se siente más cómodo entre uniformes y pases de revista, junto a la tropa. Quién podría olvidar aquella histórica foto del entonces funcionario provincial compartiendo un acto patrio con Luciano Benjamín Menéndez, quien por esos años lejos estaba de ser el general más condenado de la historia, y sí un invitado de honor en los palcos oficiales.
Misión cumplida Oscar, mucha suerte en tu próximo destino.
¡Subordinación y valor!