Natalia Garayalde

 

columnista alreves.net.ar

ARSAT: Modelo para (des)armar

“¿Quién hubiera pensado hace 20 años que Argentina era capaz de poner un satélite? Y al año y medio desarmar todo!?” se pregunta Matias Bianchi, ex presidente de la empresa estatal que envió dos naves al espacio. “ARSAT era un proyecto en el cual había una distancia enorme entre el deseo y la realidad. Se arrancó un día con una hoja en blanco y había que empezar a dibujar un satélite”.

ARSAT 1 y ARSAT 2 orbitan desde 2014-2015 alrededor de la tierra para proveer servicios de telecomunicaciones a todo el país. Esos dos cubos que giran en el vacío, proyectan energía lumínica que se transcodifica en mensajes, interpelando nuestra perspectiva del mundo.

¿Quién no recuerda el momento épico del lanzamiento de ARSAT 1? El cohete despegó en octubre del 2014, con la cuenta regresiva de las películas de ciencia ficción de la guerra fría, pero con la bandera de un país latinoamericano hacia la órbita “Arthur Clarke”.

La película “ARSAT: A la altura de las estrellas” eterniza ese instante, que se puede visionar en la plataforma ODEON, el “Netflix argentino” creado por ARSAT junto al INCAA.

Desde la Estación Terra en Benavidez (Buenos Aires), lxs pilotxs se encargan de supervisar los satélites que giran al ritmo del planeta. La computadora “Actitud” permite direccionarlos hacia un punto: Argentina.

Para que esos aparatos de tres metros cúbicos diseñados en INVAP (Bariloche) pudieran sobrevivir 15 años en el espacio, se creó un Centro de Ensayos de Alta Tecnología (CEATSA). En el edificio CEATSA se pueden emular las condiciones extremas del cosmos. Una torre de parlantes con una potencia sonora similar a una tríada de recitales en un estadio, replica las ondas sonoras espaciales y el estruendo de la propulsión.

Mientras tanto, en el continente había otros peligros que amenazaban el despegue argentino: “Todo el momento del lanzamiento y exportación de ARSAT 1, era con los fondos buitre a full y el secuestro de la Fragata Libertad. Entonces teníamos que juntarnos con Cancillería, analizar con medio mundo, para minimar los riesgos de embargo del satélite”, agrega Bianchi.

En el año 2014, Argentina organizaba el 1er Seminario “Desafíos del Sector Espacial Latinoamericano” para la soberanía de la región en materia de telecomunicaciones. Como epígrafe de las fotos del encuentro, Bianchi cuenta: “El punto integracional pretendía unificar los planes de desarrollo y juntarnos con el resto de Latinoamérica. Para que cada país pudiera aportar, en función de sus capacidades o de sus necesidades, a desarrollar una parte de un Satélite Latinoamericano.”

Populismo Satelital

ARSAT 1 gira en el meridiano 72° Oeste y ARSAT 2 en el 81° Oeste de la órbita geoestacionaria, ubicada a 35mil kilómetros del globo terráqueo.

Argentina tenía derecho a ocupar esas dos posiciones, otorgado por el la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), organismo que depende de la ONU. En los ´90, Menem cedió esa licencia a NahuelSat, una empresa privada de capitales principalmente alemanes. Pero NahuelSat incumplió con la prestación del servicio y la UIT podía sustraerle a la Argentina la soberanía sobre esos dos puntos de la circunsferencia astral. Antes que se venciera el plazo, había que colocar dos satélites en el espacio.

La empresa estatal ARSAT se crea en el año 2006 con el objetivo inicial de ocupar esos sitios estratégicos con robots hechos en Argentina. Oscar Aguad, Ministro de Comunicaciones y suegro del actual presidente de ARSAT -Rodrigo De Loredo- votó en contra de la creación de esta empresa.

“El mensaje que dice que el Estado no puede gestionar de una manera eficiente, no es cierto. Los primeros dos fueron financiados por el Estado y el objetivo era que, el flujo de fondos que nos daban los dos satélites, iban a ayudarnos a construir el tercero”

Bianchi cita el libro “El Estado emprendedor” de Mariana Mazzucato para defender la importancia de la presencia estatal en el desarrollo tecnológico. “El I-phon sin el Estado no existe”, dice cuando retoma a la autora italiana. En un ideograma descompone cada una de las partes del celular, mostrando que la mayoría de esos desarrollos fueron concebidos por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa de EEUU (DARPA). Esa agencia estatal, también sentó los fundamentos de ARPANET, red que dio origen a Internet.

“A diferencia de lo que se considera, en EEUU el Estado es importante. Ese cuento de dos genios aislados no es cierta. Son el resultado de un proceso, con apuesta estatal”, asegura el ex titular de ARSAT.

Aterrizaje económico

En una tabla, Bianchi muestra el valor agregado de diferentes productos que se exportan desde Argentina: La soja, con valor agregado aproximado de USD230 aprox por tonelada; mientras que para el mismo peso de I-phon corresponde USD 2.500.000; y de un satélite USD55.000.000. La diferencia entre la cantidad de ceros, indica el escaso plusvalor del modelo agrotóxicoexportador.

“Para ARSAT 1 y ARSAT 2, el valor agregado nacional, estaba en el orden de 30%, y en la Ley está fijado un tracking, un crecimiento, de ese valor. El objetivo era apuntar a incrementar el valor agregado nacional e incoporar estas capacidades tecnológicas a la industria nacional (transversalidad). Si tenemos esta capacidad para la industria satelital, apliquemos a otras industrias como la automotriz.”

En otro cuadro comparativo, relata la historia de la industria cordobesa del Rastrojero Diesel para evidenciar la disminución de los costos cuando se empezaron a fabricar piezas complejas en Argentina.

En su estadía en Córdoba, Bianchi compartió una Mesa con un representante de la organización “Científicxs autoconvocadxs Córdoba”, que denuncia el ajuste en Ciencia y Técnica. En esta Mesa se masticaba la agria convicción que el recorte no depende de un problema de presupuesto sino de una política de desfinanciamiento del Estado.

En la charla, el ex titular de ARSAT ensayó una respuesta a la pregunta “¿Por qué invertir en ciencia?”: No es una cuestión solamente de científicos o de proyectos particulares. La ciencia y la tecnología no son un fin en sí mismo, se tienen que desarrollar para el bienestar de la sociedad”, dice Bianchi.

Ley Geoestacionada

La Ley 27.208 de Desarrollo Satelital aprobada por el Congreso en el año 2015 es un programa de proyección espacial. Los comunicados de “Trabajadores de ARSAT defendiendo la Soberanía” denuncian que Rodrigo De Loredo no está cumpliendo con el Plan Satelital Geoestacionario Argentino diseñado en la Ley.

Matías Bianchi remarca que “Actualmente, hay como 20 satélites autorizados por el ENACOM. Este gobierno autorizó 6 ó 7 satélites extranjeros en un año para vender servicios en Argentina. La apertura de cielos desfinancia completamente a ARSAT. ”

Este año, el gobierno le otorgó a Clarín sin costo la frecuencia 4G del servicio de telefonía celular que era de ARSAT, desconociendo la Ley Satelital.

“Hay una Ley, se discutió en el Congreso. Y hay una decisión unilateral de darle negocio y parte de las inversiones del Estado al grupo Clarín con el desarrollo de Nextel. Son dos modelos de país distintos, pero si la Ley no se cumple hay un problema de republicanismo”, sostiene Bianchi.

Futurismo distópico

La creación de ARSAT 3 está contemplado en la Ley. El gobierno de Cambiemos, paralizó su desarrollo y ahora promete retomar la hoja de ruta.

“Si a los 15 años se te muere el satélite y vos no tenés fondos para construir uno nuevo, se te murió la empresa. Y ahí tenés que pedirle al Estado de nuevo que invierta porque no hiciste el trabajo de seguir construyendo satélites. Al ser ARSAT una empresa del Estado nacional, cuando vas a pedir crédito afuera, estas comprometiendo el riesgo país, el crédito al paÍs en general, con lo cual te endeudas en el extranjero. Eso es lo que, en principio, pasó ahora, que necesitás que llueva la guita para construir ARSAT 3”, declara Bianchi.

El futuro es ahora pero el mundo es impredecible. Los acontecimientos desplazan el límite de lo posible. Argentina fue capaz de diseñar un satélite. Y es el mismo país que ahora está privatizando, ajustando y desmantelando el desarrollo científico-tecnológico.

“Y es una pena porque hubo mucho esfuerzo de mucha gente y no tener continuidad en el tiempo para poder seguir trabajando, hace retroceder muy rápido. No avanzar es retroceder.”