Atrapados en su propio engaño
El gobierno nacional no logra controlar el déficit fiscal, a pesar de haber recibido miles de millones generados por el polémico blanqueo, las mayores transferencias del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSeS, y el ahorro en los gastos de subsidios a partir de los tarifazos y recortes en las políticas sociales.
viernes, 28-julio-2017

En la foto solo falta Sturzenegger para completar el cuarteto responsable de la economía argentina.
La primera promesa a los inversores y financistas internacionales que le prestan dinero carísimo al gobierno, fue que éste se comprometía a bajar el déficit fiscal, el supuesto demonio de la herencia kirchnerista, a través de brutales recortes de programas y subsidios, de los cuales no se salvaron ni las personas discapacitadas o que cobraban pensiones no contributivas.
Sin embargo, el déficit fiscal fue de $ 246.300 millones en el primer semestre de este año, un 76% más que en el mismo período de 2016, según el Informe de Ejecución Presupuesto de la Administración Pública Nacional de ASAP (Asociación Argentina de Presupuesto).
Este incremento se basa especialmente en la cuenta intereses, que sumó $ 136.468 millones –55% del déficit—, los mayores gastos de capital y la mayor cantidad de transferencias a las provincias.
Respecto del año pasado, los ingresos corrientes aumentaron 28,7%, mientras los gastos totales fueron 36,6% superiores. La diferencia es el resultado negativo más preocupante que el de 2016.
Para los economistas ortodoxos, que son los que llevan las riendas de la economía con Sturzenegger y Caputo a la cabeza, bajar el déficit fiscal era la condición sine qua non para recibir la lluvia de inversiones y empezar a crecer. Ni una cosa ni la otra pasó. Lo que sí ocurrió es que la Argentina es el país emergente que más deuda externa tomó en el menor tiempo posible. Un récord que solo pueden festejar los especuladores.