“Avanzamos en desnaturalizar la violencia contra las mujeres”
Alejandra Domínguez es trabajadora social, feminista e investigadora de la FCS-UNC. En diálogo con Al Revés, y al calor de las últimas denuncias de acoso sexual por figuras mediáticas, sostiene que lo positivo en estos últimos ocho años pasa por la “visibilización de ciertas prácticas y conductas que antes las mujeres callábamos”, aunque asegura que “faltan políticas públicas sostenidas en el tiempo para erradicar las desigualdades de género y la cultura machista”.
sábado, 30-diciembre-2017

Por Camilo Ratti
Los casos de acoso y abuso sexual estallan todos los días en algún medio, en Argentina y en el mundo. Y no es porque hoy sean más frecuentes que antes, sino porque las mujeres han decidido alzar su voz para exteriorizar situaciones en un contexto social que va tejiendo una red para contenerlas, a partir de una lucha sostenida que lleva décadas y que se masificó con el surgimiento del movimiento Ni Una Menos.
“Para ver el vaso medio lleno de un tema muy complejo y cultural, diría que lo positivo de estos últimos siete u ocho años, es que identificamos como violencia de género esas situaciones de acoso o abuso sexual para empezar a desnaturalizarlas. Hoy, eso que ocurría y las mujeres callábamos, está visibilizado”, señala Alejandra Domínguez, trabajadora social e integrante de un equipo de investigación sobre violencia de género de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNC.
Las recientes declaraciones de periodistas o figuras públicas femeninas que narraron situaciones de acoso y violencia sufridas con compañeros de trabajo o desconocidos varones, vuelve a poner bajo la lupa hasta dónde los reclamos y las luchas feministas han logrado transformar una relación de género que sigue desigual. “Hay escasas inversiones de parte de los estados en trabajar las raíces culturales, sociales, para poder romper una cultura machista que es ancestral”, advierte Domínguez.
“La cultura machista sigue muy arraigada, y la violencia tiene que ver con las desigualdades entre hombres y mujeres. Mientras eso persista la violencia va a continuar”.
Alejandra Domínguez, feminista e investigadora en violencia de género de la FCS-UNC.
Con mucha experiencia académica y militante en el mundo feminista, la investigadora remarca que “los estados no avanzan en acciones de prevención y promoción de derechos que permitan discutir, por ejemplo, la ley de educación sexual integral en las escuelas, que sería fundamental para que desde jardín de infantes las relaciones entre varones y mujeres sea plena, igualitaria. Se sigue minimizando el tema”.
Para quien integra desde la década del 90 los grupos feministas y hoy participa del movimiento Ni Una Menos, “romper la cultura patriarcal requiere de esfuerzos sostenidos en políticas públicas permanentes. Porque los femicidios, que son la máxima expresión de la violencia de género, no serían posibles sin las múltiples situaciones de violencia que esa mujer sufrió antes de terminar muerta”.
Desigualdades
“A pesar de los avances legislativos y normativos que se han ido consiguiendo desde la década del 90, en la práctica no hay igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Si no hemos logrado bajar el índice de femicidios, en parte se explica porque cuando la mujer decide salirse de esa situación de violencia, no cuenta con el apoyo necesario”.
En este sentido, Domínguez señala que “los presupuestos son casi inexistentes, no hay planes para prevenir, atender y sancionar la violencia contra las mujeres. El Plan Nacional que se aprobó en el 2009 recién se puso en marcha en 2016 y no tiene presupuesto. Se elevó el rango de Consejo Nacional de la Mujer a Instituto, pero cuenta con menos financiamiento que antes”.
Ni Una Menos
El movimiento feminista, que pelea desde hace décadas para lograr la igualdad de derechos y oportunidades, ha ido avanzando desde la década del 90 en Argentina, con normativas algunas políticas públicas. Pero fue sin dudas la aparición del movimiento Ni Una Menos en junio del 2015 lo que expandió esa lucha. “Colocó esta problemática en un nivel popular, masivo, ampliando la agenda feminista y articulando acciones concretas que congregan a muchas mujeres de organizaciones que no se reconocen feministas. Esto ha permitido recuperar otras banderas históricas del movimiento, como el tema del aborto”, remarca Domínguez.
Ningún piropo
Otra situación que cambió radicalmente en los últimos años es el tema de los piropos. “Iniciamos acciones y campañas que han contribuido a que eso no siga ocurriendo, porque la mayoría no son situaciones agradables ni lindas, al contrario, casi siempre forman parte de un acoso relacionado alguna parte del cuerpo de la mujer, cosificándonos. Y no somos ni una cosa ni un envase”.