Pablo Ramos

Bésame mucho

Una distopía.
Un dejavu arcaico.
Dos mujeres besándose en una plaza
una ciudad que se disfraza de moderna
pero tiene el corazón arrugado y mustio
alguien llamó a la policía.
Porque mire oficial hay dos chicas mimándose en un lugar público
una sociedad aturdida por los altavoces de los enanos fascistas
no puede permitir que dos cuerpos enturbien su pureza
estas pibas libidinosas vienen a mancillarnos.
Pero para eso tenemos miles de agentes del orden
no estarán preparados ni acaso convencidos de la tarea que cumplen
pero por obediencia debida están para defendernos
de la subversión que encarna un beso lésbico.
Del amor sin prejuicios que brota en los jardines púbicos
de esas ovejas extraviadas en el rebaño del señor
que marchan con orgullo y tenacidad para expandir lo diverso
esos actos mínimos que hacen temblar el velo oscuro
esa naturalidad para rozar los cuerpos sin pudor
porque una cosa es verlo en la novela que dan en la tele.
¿Pero en la plaza de esta tierra exorcizada?
No muchachas
la ciudad se dará aires de cosmopolita
pero hace rato la inquisición patrulla sus calles
y puede actuar de santo oficio
para detener el desacato amoroso.