Breves apuntes sobre la economía feminista
Hace pocos días, el presidente Mauricio Macri se refirió a la brecha salarial de género. Tras sus declaraciones, aparecieron distintos números y resultados de estudios que se venían llevando a cabo sobre el tema. En el marco del 8M repasamos algunos de estos datos.
jueves, 8-marzo-2018

“No podemos permitir que una mujer gane menos que un hombre. Tienen mi compromiso para que el salario igualitario sea una realidad”, dijo Macri en su discurso de apertura de sesiones del Congreso. Y citó el dato del INDEC, que ubica a la brecha salarial en un 30 por ciento. La realidad es que el salario igualitario no necesita tratarse en el Congreso porque ya esta consagrado por la Constitución (norma que, claro, tiene sus excepciones, especialmente en el ámbito de la informalidad laboral). Las declaraciones del presidente hicieron surgir datos sobre la economía con una mirada de género.
El dato que se menciona habitualmente es, como dijo Macri, el de la brecha salarial. El Observatorio del Empleo, Producción y Comercio Exterior (ODEP) de la UMET señala que en el segundo trimestre de 2017 la diferencia entre lo que ganan varones y mujeres fue del 33 por ciento. Un crecimiento de 4 puntos porcentuales en comparación con igual período de 2015, donde la diferencia era de 29 por ciento.
Por su parte, el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) diferencia entre brecha de ingresos de la ocupación principal y brecha de ingresos personales. En el primer caso, el CEPA indica que era de 22 por ciento en 2015 y ascendió a 27 por ciento en 2017. Cuando se contabilizan los ingresos personales, la brecha es mayor: 26 por ciento en 2015 y 29 por ciento en 2017. En todos los casos, se observa un aumento de entre 3 y 4 por ciento bajo la gestión de Cambiemos.
El informe del CEPA también puso en datos una de las mayores variables de desigualdad: las horas dedicadas a actividad reproductiva (lavar, cocinar, planchar, cuidar hijos, adultos mayores, etc.). Las mujeres dedican unas 5,7 horas diarias a estas tareas, mientras que los hombres sólo 2. Una mujer ocupada divide hace semanalmente 38,1 horas de trabajo productivo y 42,4 de trabajo reproductivos. En total, 80,5 horas. Un hombre ocupado trabaja en total 65,1 horas (47,2 en trabajo productivo y sólo 17,9 en el reproductivo). ¿Cómo puede competir una mujer por los cargos mejor remunerados si está tan cargada por el trabajo en casa?
Los datos de ODEP marcan que la informalidad entre las mujeres de 2015 a 2017 creció de 35 a 36,2 por ciento. Entre los varones, sólo de 31,6 a 31,8 por ciento. Sin embargo, esto se hace mucho más pronunciado en mujeres menores de 29 años: de 43,7 por ciento a 50,6. Estos números multiplican su relevancia si se los compara con los del CEPA, que informó que la brecha salarial entre los trabajadores y trabajadoras registrados es del 21 por ciento, mientras que entre los no registrados es del 34. Y 2017 fue el año de menor diferencia entre esos porcentajes desde 2004. O sea, la informalidad es un ámbito propicio para el aumento de la brecha salarial de género. Y la informalidad está creciendo mucho más entre las mujeres que en los hombres.
La canasta básica femenina
En el informe del CEPA se pone énfasis en un punto poco observado. Las mujeres, especialmente por su ciclo reproductivo, tienen una canasta de consumo propia. Tomando el estándar de una mujer que menstrúa desde los 15 años, tiene dos hijos y a los 50 años tiene la menopausia, habrá menstruado 420 veces. Entre toallitas femeninas, pastillas anticonceptivas y analgésicos gastará 198.700 pesos, o sea 6.518 anuales.
Después de la menopausia, el gasto para las mujeres se agranda. Considerando el promedio de vida de una mujer, durante 35 años una mujer gastará 9.240 pesos al año en apósitos para pérdida de orina, remedios para la incontinencia, pastillas de calcio y hormonas. Esto es un total de 346.200 pesos durante la etapa final de su vida.