Christine, tenemos que hablar

El gobierno ya sabe que las metas acordadas con el FMI son una quimera. Se empieza a gestar una renegociación que, según algunos, ya empezó. El Fondo ya le hizo un guiño al gobierno al autorizarlo a utilizar reservas para absorber Lebacs y contener el dólar. La inflación ya se proyecta a 35 % pero el límite máximo es 32 %. Opinan economistas con visiones opuestas.

 jueves, 16-agosto-2018

Una foto con Lagarde es la figurita más buscada por el Gobierno argentino.


No pasaron ni dos meses desde la llegada de los 15.000 millones de dólares del primer desembolso del FMI y ya el gobierno sabe que no podrá cumplir con lo acordado con el organismo financiero internacional. Por eso, se prevé que pida un waiver –una suerte de pedido de perdón y renegociación- para modificar algunos términos del acuerdo alcanzado hace apenas un puñado de semanas. Apoyándose, claro, en el contexto internacional y los cuadernos como caballitos de batalla en el terreno de las excusas.

Para el economista Arnaldo Bocco, “el gobierno tomó un camino que podría haber evitado” y demostró luego que “no tenía jugadores en la cancha y tampoco en el banco de suplentes”. Desde otra vereda teórica, Jorge Ingaramo, economista de la IERAL, aseguró que “las medidas que se tomaron lunes y martes ya son parte de la renegociación” y opinó que “no va a haber pedido de waiver explícito”. “Cuando el Fondo autorizó el uso de reservas ahí ya está la modificación”, agregó.

En materia de crecimiento, ya los economistas de todos los sectores coinciden en que hay recesión (formalmente se considera recesión cuando la actividad económica cae dos trimestres seguidos). Las reservas se terminaron de derrumbar ayer, aunque con el visto bueno del FMI. Bocco se mostró preocupado y se enfocó en las reservas netas, que contrastan con el número de reservas totales que ronda los 54.000 millones: “Hay 7.000 millones de dólares menos en las reservas que cuando se fue Kicillof. Son menos de 20.000 millones”. Esas son las reservas reales disponibles. Ingaramo lo calificó con una metáfora automovilística: “Estos tipos venían en segunda y metieron la quinta”.

El ritmo devaluatorio es brutal: desde el 22 de junio –día del desembarco de los fondos del FMI- hubo 37 rondas financieras en las que el precio de la divisa aumentó $ 2,92 (de $ 27,79 a $ 30,71). Significa un 10,51 % en menos de dos meses a un ritmo de 8 centavos por cada día con actividad (0,28 %).

Respecto a la inflación, la mayoría de los economistas están cambiando su pronóstico de 32 % a 35 %. Según el acuerdo con el Fondo, la primera meta es de 27 %, hay una segunda banda que llega a 29 % y una tercera banda que tiene como supuesto límite de tolerancia 32 %. Para que en diciembre el índice anual esté por debajo de ese número, estos meses deben estar por debajo del 1,8 % en promedio. Pero agosto ya promete un 3 %.

De cara al futuro, Bocco fue lapidario: “Temo lo peor. Lo que anunció Dujovne respecto a la caída de jubilaciones –las otorgadas por el régimen de moratoria- es que van a entregar el Fondo de Garantía de Sustentabilidad”. La maniobra sería fogonear el mensaje de que peligran el pago de las jubilaciones y así poder vender uno de los mayores activos del Estado. “Es una jugada para las empresas y gente vinculada al poder se queden con las acciones”, lanzó.

Además, se mostró muy crítico con el papel de la política. “La oposición no está a la altura de la crisis. Lo que hizo el gobierno de Macri es gravísimo y no están diciendo nada”. Ese concepto, aclaró, incluye a todos, “inclusive al kirchnerismo”.

Ingaramo, de perfil ortodoxo, minimizó la importancia de estos indicadores: “Tendremos la inflación que tenemos que tener. El impacto en la economía real era inevitable“. Por otro lado, rechazó a quienes dicen que hay un default en ciernes: “Si no tuvimos un default el viernes pasado, no lo tenemos más. El contexto internacional está más calmado y el mercado interno se va a calmar la semana que viene”.