Como de Thelma y Nancy

Los pobres afean la ciudad porque tiran basura. Los pobres afean la ciudad. El empresario Manuel Tagle consideró que ese es uno de los principales problemas que tiene que resolver Mestre. No dijo cómo, y además se le olvidó comentar quiénes generan la basura y cuál es la relación de los sectores medios y altos con sus propios desechos.

 jueves, 16-agosto-2018


Los pobres tiran basura y afean la ciudad. “Las personas que residen en esos conglomerados urbanos” desechan su basura en las afueras de la Circunvalación y eso da “mala imagen al turismo”. Ese es uno de los problemas que según el presidente de la Bolsa de Comercio, el empresario Manuel Tagle, tiene que afrontar a diario el intendente Ramón Mestre. El dueño de la concesionaria homónima hizo ese comentario en el último almuerzo de la Bolsa, donde el jefe comunal (al que llamó “mayor de Córdoba”) fue orador central. Podría haber sido una apreciación de Thelma y Nancy, los personajes reaccionarios de Max Dellupi, pero fue del jefe de una de las principales entidades empresarias de Córdoba.

Como ciudadano jefe de casi dos millones de vecinos, Mestre no replicó ni puso en contexto la situación que horrorizó al empresario de la venta de autos. Podría haber dicho, el intendente, que parte de la basura que los carreros o los habitantes de las villas dejan en alguno de los 200 o 300 basurales a cielo abierto que hay en la ciudad, dentro y fuera de la Circunvalación, no se genera sola, ni es producto del consumo de los pobres. Probablemente, si van a mirar de cerca, comprueben que muchos desechos provienen de los barrios cerrados donde residen el propio intendente y el anfitrión Tagle.

“El 90% de la basura que los sectores pobres depositan en los basurales, son deshechos que la clase alta y media no quiere tener en su casa, no quiere depositar en contenedores, ni quiere que esté mucho rato en la puerta de su casa”, señaló al portal Al Reves el ingeniero Darío Squeff, responsable ambiental de la Fundación Elipse. “Fue un comentario extremadamente clasista y racista”, indicó.

Squeff puso de ejemplo lo que sucede al norte y al sur del Río Suquía, a la altura de barrio Villa Urquiza-Urca. “La basura que los pobres tiran al río, y lo afea, es la que recogen de las casas de clase media alta del otro lado del río. Se la dan a los pobres: los más ricos sienten que hacen caridad y los sectores medios miden sus costos y no les alcanca para otra solución. Luego te dicen que ‘si hubieran sabido dónde la tiraban no sacaban esa basura’. ¿Y dónde creen que la llevan, si no es al río o a las basurales?”, se preguntó el especialista. Y recalcó que el 50% de los carreros es quien realiza el 70% del reciclado en Córdoba.

El Estado no es mero comentador en este problema. En los barrios perífericos (ni hablar de asentamientos precarios) las empresas de la recolección de residuos pasan con mucha menos regularidad que en las zonas céntricas y acomodadas. Lo que se hace (o no se hace) con los basurales a cielo abierto (de los que se sirven todos los sectores sociales, directa a indirectamente) es parte de las responsabilidades del municipio. Según el Estudio Ambiental Córdoba realizado por la UTN y otras organizaciones, el 40% por ciento de los residuos que se generan por día en la provincia terminan en basurales a cielo abierto: son unas 1.320 toneladas diarias.

Es un lugar común decir que la pobreza contamina y que los pobres tienen hábitos contaminantes. Capaz que no tengan una huerta orgánica como Juliana Awada, pero el tema es otro: “Son muchos”, contestó Squeff. “Son muchos y viven en ambientes con gran densidad poblacional, más que Nueva Córdoba, mucho más que un country”.