Carolina Álvarez Ávila

 

columnista alreves.net.ar

¿De quién es la tierra?

¿De quién es la tierra? ¿De quiénes sus recursos? La primera pregunta figuraba como hashtag en el fondo de la pantalla, mientras corrían una seguidilla de informes sobre el pueblo mapuche, y otros pueblos indígenas, en un autodenominado programa de periodismo político e investigación más vistos en el país. Escuchando atentamente las argumentaciones, la edición y las falacias sobre el pueblo mapuche era evidente que aquella era una pregunta que ya había sido respondida: del Estado nacional argentino y de sus poderosos dueños. La desaparición de Santiago Maldonado provocó inevitablemente que hubiera que atender a la cuestión de la tierra. Atender, no entender.

En esta dirección, el pueblo mapuche fue presentado como extranjero, chileno, secesionista, violento, entre otras marcaciones que, en realidad, no son nuevas. Como vienen analizando hace años disciplinas como la historia, la etnohistoria y la antropología, al servicio del proyecto capitalista de los incipientes estados nacionales chileno y argentino, había que avanzar sobre aquellos territorios sureños que no habían sido aún incorporados a las repúblicas independizadas. Era necesario poblarlas con criollos, inmigrantes, argentinos y volver productivas esas tierras. Las campañas militares denominadas “Pacificación de la Araucanía” y “Campaña del Desierto” en la Patagonia fueron los hitos que para el pueblo mapuche y tehuelche marcaron el inicio de múltiples formas de violencia y muerte, el despojo y la expropiación de sus tierras, la desintegración de grupos parentales o linajes que vivían juntos. Para los que condujeron este proceso de conquista y colonización, fue necesario entramar el proyecto a relatos y discursos que justificaran y explicaran lo emprendido. Entre éstos figura la denominada araucanización de la Patagonia, que antropólogos como Axel Lazzari y Diana Lenton se han dedicado a estudiar de lleno. Parte de sus análisis evidencian cómo con el tiempo, la “cuestión indios” fue siendo absorbida por la “cuestión geopolítica” con Chile, que se hacía a su vez más candente cuanto más disminuía la percepción de la “amenaza” indígena (Lazzari 1996: 70). Atribuir extranjeridad a poblaciones que en primer lugar ya estaban allí y que en otros contextos se marcaban como “argentinas”, formó parte de la araucanización, discurso etnológico que no se limitó a cumplir funciones explicativas sino que sirvió para significar –mediante sentidos de pertenencia territorial y cultural– quiénes eran deseables en la historia y el territorio nacional, quiénes irían a formar parte de la construcción de un complejo de símbolos nacionales y quiénes no. Si hoy de extranjeros se tratara, los diversos latifundistas e inversionistas extranjeros, dueños de enormes extensiones de tierra patagónica, permanecen como los forasteros deseables en territorio argentino. Si bien no “habitan” allí pero de allí se enriquecen, permanecen un tanto invisibles y relevados de sus responsabilidades y protagonismo en los últimos conflictos que presenciamos, y definitivamente debemos involucrarlos de lleno al reponer e intentar comprender nuestras preguntas iniciales.

Para los pueblo mapuche y tehuelche, la incorporación de los territorios ancestrales al estado nacional argentino –y la articulación de sus intereses y políticas a la de los grandes poderosos en Patagonia- continúa siendo imprescindible para explicar porqué recuperan territorios, porqué demandan el reconocimiento de sus tierras mediante los relevamientos previstos en la ley nacional 26160 –prorrogada hace pocas semanas pese a la resistencia inicial de senadores oficialistas y otros partidos mayoritarios-, porqué denuncian continuidades y deudas históricas del estado nacional argentino, entre otras cuestiones. Pero para los que trabajamos con pueblos indígenas en general y con el pueblo mapuche en particular, e intentamos desde una mirada desencializada y diacrónica entender los conflictos que atravesamos, inevitablemente también nos toca revisar las primeras preguntas mencionadas. Revisar las lógicas y los términos que subyacen a cómo se piensa el problema de la tierra.

En una tentativa un tanto reduccionista, se traduce a los mapuche como gente de la tierra: mapu tierra, che gente. Es imposible en este escrito profundizar o agotar qué significa y qué conlleva pensar tanto la mapu como la idea de che: persona, gente. Imposible, por un lado, porque hasta hoy seguimos aprendiendo al respecto y porque la búsqueda de una definición discreta y acabada de la misma no es lo que nos proponemos. Pero sí nos interesa subrayar aquí que muchos de nuestros interlocutores mapuche nos enseñan que ellos son de la tierra y no viceversa. Que la idea de la propiedad de o sobre la mapu es ajena al pensamiento mapuche y reduce su comprensión sólo al suelo que pisamos o los recursos que podemos explotar, equiparando la tierra a la noción de territorio cuantificable y medible. Para el pueblo mapuche, la wall mapu es un todo compuesto por diversas dimensiones, articulado a la vida e integrado por diversos newen (fuerzas) que, interrelacionadas y cumpliendo cada uno su rol, mantienen el equilibrio en el cosmos o universo, lo que podríamos entender también como mundo. Invertir la lógica de la primera pregunta, permite comprender que la defensa del territorio por parte de los pueblos indígenas en general y mapuche en particular no sólo abarca la defensa de la tierra sino de modos de vida que mitigan el desaforado impacto en la naturaleza y el ambiente que deviene de la explotación desmedida de sus recursos. Esta última lucha debería pertenecernos a todos.

Referencias
– LAZZARI Axel. 2012, “`¡Vivan los indios argentinos!´. Los ranqueles ante la etnificación discursiva en la frontera de guerra hacia 1870”. Corpus [En línea], Vol. 2, Nro. 1, consultado el 16 octubre 2017. URL: http://corpusarchivos.revues.org/1097 ; DOI : 10.4000/corpusarchivos.1097
– LENTON Diana. 1998. “Los araucanos en la argentina: un caso de interdiscursividad nacionalista.” En III Congreso Chileno de Antropología. Temuco, Chile.
– LENTON Diana. 1999. “Los dilemas de la ciudadanía y los indios–argentinos: 1880–1950”. En Publicar en Antropología y Ciencias Sociales, Nro. 8. Pp. 7–30.