Democracia tem fim
El Superior Tribunal Federal (STF) de Brasil votó contra el hábeas corpus de Lula y le abrió las puertas de la prisión. Tras un juicio sin pruebas, una condena en segunda instancia y una votación inaudita en el máximo tribunal carioca, el favorito para las elecciones de octubre queda virtualmente proscripto.
jueves, 5-abril-2018

En las calles, el pueblo brasileño se manifestó en favor de Lula. (Foto: Mídia Ninja)
La votación parecía interminable y terminó con un resultado apretadísimo: el empate 5 a 5 obligó a que la presidenta del STF, Cármen Lúcia, definiera con su voto, que fue en contra del expresidente Lula. Así, se selló el rechazo al hábeas corpus presentado por la defensa del líder del PT que le hubiera permitido otras dos instancias de apelación antes del cumplimiento efectivo de la condena, que todavía no está firme.
A pesar de que fueron horas y horas de argumentaciones hasta llegar a cada uno de los once votos, los analistas brasileños ya daban el partido por terminado cuando la quinta jueza en emitir su opinión, Rosa Weber, votó en contra del hábeas corpus de Lula. Era el único voto que, salvo alguna sorpresa mayúscula que finalmente no sucedió, estaba en discusión. Los demás, se sabía, estaban repartidos en cantidades iguales para cada lado.
Luego de una larga y zigzagueante argumentación, Rosa Weber dijo, en resumidas cuentas, que ella misma no cree que Lula deba ir preso pero que el debate era si se podía ir contra la jurisprudencia con un hábeas corpus. Su voto se escondió temeroso bajo el manto de incomprensibles tecnicismos jurídicos para no afrontar la responsabilidad de un voto en una causa cuya condición política era imposible de soslayar.
Con esta decisión, el juez Sergio Moro –el ignoto magistrado que había tenido a su cargo la primera condena- puede dictar la prisión de Lula cuando se completen los trámites administrativos. Es decir, de un momento a otro el expresidente brasileño quedará detenido.
Mientras, a las puertas del Palacio de Justicia, había una manifestación en apoyo a Lula y a pocos metros una que pedía por el encarcelamiento del líder petista. Y sobrevolando toda la jornada como una sombra negra, estuvo la amenaza abierta y descarada del general Villas Boas de un golpe de Estado en caso de que la votación terminase en favor de Lula.
Aunque no parecía posible mayor nivel de degradación, la democracia brasileña entra en la etapa más oscura de su historia reciente: con un gobierno parido al calor de un golpe institucional, una violencia política que incluye asesinatos de dirigentes y una proscripción carcelaria disfrazada de proceso jurídico.