Despedida por dejar hablar

Viven del Estado pero obturan debates que el propio Estado está sosteniendo en el Congreso de la Nación. Tienen los salarios subsidiados con los impuestos de todos, pero despiden a una trabajadora, sin un rasgo de caridad, porque se corrió de la estricta línea exigida sobre qué se puede hablar y qué no. Otra docente echada de un colegio católico por abrir la olla a presión del aborto en una clase.

 viernes, 27-julio-2018

Los pañuelos verdes vuelven a salir a la calle masivamente para reclamar por la derecho al aborto.


Florencia Vega Clavero es profesora de Historia y hasta hace unas semanas, trabajaba en el colegio parroquial “Tránsito de María”, de Villa Cura Brochero, que como todos los establecimientos confesionales, tiene subsidio del estado provincial.

La docente fue despedida de su cargo por permitir que sus alumnas hablen en sus clases sobre la ley de despenalización del aborto, que lejos de ser un tema clandestino, está siendo tratado por el Congreso de la Nación. Es decir, por el Estado que subsidia los salarios que paga la escuela de donde echaron a Florencia.

Su caso se suma al de Romina Molina, cesanteada del colegio Santa Teresa de Jesús de esta Capital por llevar pañuelo verde.

Almas de cristal sensibles a las discusiones sobre temas calientes dejaron sin trabajo a dos mujeres, en medio de la crisis económica, porque hablaron o dejaron hablar.

En una extensa carta pública que reproduce laizquierdadiario.com, Florencia contó que tenía 16 horas catédras titulares en el colegio de Traslasierra, y que eran su única fuente de ingresos.

La docente relató que la promoción del debate sobre el aborto no fue inciativa suya: el tema explotó como una olla a presión porque las estudiantes, adolescentes de 16, 17 y 18 años, estaban urgidas a hablar del tema y necesitaban un adulto donde referenciarse.

“Yo no fui con un pañuelo verde al colegio, yo no fui a hablar del aborto en las clases, yo no fui en plan de confrontar contra lo instituido en dicha institución, ya que el primer día que retornamos a trabajar en febrero de este año, se nos advirtió que ‘No podíamos hablar de la legalización del aborto, porque la iglesia tenía una postura inamovible’, palabras textuales de la directora”, escribió la profesora.

“Lo que sucedió fue que en numerosas ocasiones las estudiantes manifestaron querer hablar sobre lo que se estaba debatiendo a nivel nacional, y en contra de mi profesionalidad, manifesté que no se podía hablar de eso, a lo cual las estudiantes se mostraban disconformes y saltaban cuestionamientos como ‘¿y la democracia profe? ¿Eso no es censura?’. Interrogantes a los cuales no me quedaba otra que hacerme la que no escuchaba y seguir con la clase”, continuó.

Clavero manifestó en su texto que unas semanas antes del despido (por el que nadie le dio explicaciones ni le blanqueó causas) una estudiante la abordó: “Me pregunta si me podía hacer una pregunta personal, al notarla algo angustiada le digo que sí. Me pregunta qué opinaba sobre la legalización del aborto, y vuelvo a responderle que no se podía hablar de eso, ahí mismo esta estudiante se enardece y me dice: ‘Y entonces ¿Por qué nos mandaron a hacer una investigación sobre el aborto?’ A continuación me muestra su trabajo, qeu tenía una serie de consignas referidas a los valores y estos mismos valores referidos a la legalización del aborto. La angustia de ella era porque su investigación avalaba la legalización y al parecer había sido desacreditada en la clase anterior. Fue ahí cuando ante la queja generalizada de los estudiantes se abrió el debate y los que habían sido callados directa o indirectamente, expresaron las ideas que eran pertinentes al tratado de una ley y no a una cuestión religiosa ni de valores”.

A partir de allí, la suerte de esta docente estuvo echada. La “familia de Madre Catalina” despidió, sin mucha caridad que digamos, a una de sus “hijas”.