Raúl Dellatorre

 

columnista alreves.net.ar

Dos por uno, cientos de miles por más

Doscientos mil, trescientos mil, quizás quinientas mil personas en las calles o más. Que se abrazaban, se saludaban, se sonreían con cara de felicidad por un reencuentro esperado, quizás entre personas que nunca se habían visto antes en la vida. Pero con la certeza de compartir un mismo sentimiento. Memoria, Verdad, Justicia.

Visto en perspectiva, lo ocurrido ayer pudo haber sido el hecho político más trascendente desde el 10 de diciembre de 2015. El otro, aquel hecho trascendente, ese día, fue la llegada al gobierno por el voto del pueblo de una fuerza política y un presidente digno representante del poder económico más concentrado, vinculado ideológica y fácticamente a los móviles y ejecuciones de la última dictadura. Pero este nuevo hecho, el del último miércoles, va en sentido contrario. Es la expresión de un pueblo en rechazo a una medida injusta, intolerable, indigna, despreciable. Y se organizó y salió, detrás de las pocas instituciones que se salvan de la crisis de representatividad que sufre todo el arco político en este país (y en otros al mismo tiempo, no por casualidad), que son nuestras organizaciones de Derechos Humanos. Detrás de ellas marcharon organizaciones sindicales, estudiantiles, partidos políticos, agrupaciones barriales, pero no todas. y un montón de gente “suelta” (pero no por ello “inorgánica”) que respondió de inmediato al llamado. Como si lo hubiera estado esperando…

La fuerza de la convocatoria, el mismo cambio en el clima político que provocó ya desde antes que el pueblo empezara a llegar a la Plaza, arrinconó al gobierno y a las fuerzas políticas que lo acompañan. El poder dominante retrocedió, reculó, buscó un atajo por vía del Congreso y huyó, con su miserable 2×1 abajo del brazo. La movilización popular le ganó la batalla, incluso antes de llegar (o acercarse) a la Plaza. Que igual fue, igual llegó, igual se mostró. Y se abrazó, se reencontró, sonrió con una expresión de “Al fin!”. Y todavía está allí.

¿Hay un nuevo sujeto político en la escena nacional? Posiblemente, porque una derrota así al poder dominante no se la asesta una masa etérea, sino una fuerza política. Pero que nadie se apure a apropiársela. Ni a hacer cálculos o proyecciones electorales para octubre. Más vale intentar reflexionar sobre lo que tenemos ante nosotros, para comprenderlo y potenciarlo. Sin miedo a discutir, escuchar opiniones diferentes y repensar.

Este nuevo sujeto político aparece cuando se encuentra una demanda justa, que abarca al conjunto, y desata esa “necesidad” de participar, esa sensación que sentimos todos en estos días. Este nuevo sujeto político logra expresarse cuando la convocatoria no aparece viciada por dirigentes que para ponerse al frente deben ocultar sus prontuarios. Ni siquiera se trata, en esta instancia, de la necesidad de “conductores”: simplemente, referentes “sanos” (recurramos acá a una valoración moral para interpretar el concepto) capaces de interpretar al conjunto. Sólo eso. Nada menos que eso.

Pero podrá ser ese nuevo sujeto político capaz de transformarse en el sujeto histórico que sea motor de una transformación social y económica en este país? Podrá, si logra expresar otras demandas, si logra volver a unir a toda esta fuerza que ganó las calles esta semana detrás de otra consigna que abarque a todos, sin mezquindades de dirigentes que al ponerse al frente “enturbien” el llamado, que hagan dudar de la legítima voluntad de participar.

Ese sujeto histórico de transformación hoy no está en la clase obrera, demasiado heterogénea y mal conducida. Pero la fuerza de los trabajadores debe ser parte del nuevo sujeto. No está en los partidos de izquierda, que sin pretender conducir al conjunto también deben estar. Debe estar el peronismo, no como una fracción “interna” que dispute algún pedazo del PJ sino desde su voluntad de cambio histórica. Y todos aquellos que esta vez fueron, “porque tenía que estar”, que otras veces no estuvieron “porque a mí no me llevan de las narices”.

Esta vez, estuvieron todos. El tema convocante lo justificaba, pero hay y habrá otros que también lo justifiquen. El desafío será encontrarse con convocatorias plenas, integradoras, sin “vicios”, capaces de unir y mover al sujeto político, ese sujeto histórico capaz de torcer la voluntad de los poderosos.

El hecho trascendente es que, ahora, sabemos que el sujeto histórico para la transformación existe. Encontrarle una conducción llevará más tiempo. Sólo entonces esa transformación volverá a ser posible.

Gracias Madres y Abuelas, por esta nueva lección de vida.

Publicado en Motor Económico