“El allanamiento fue irregular”
El periodista Juan Alonso analizó lo que sucedió ayer, cuando el juez Guido Otranto decidió allanar por cuarta vez el Pu Lof en Resistencia Cushamen con un despliegue hollywoodense. Corte de ruta, prohibición de pasar, falta de aviso a la querella, mapuches esposados y maltratados, y pocas nueces (o ninguna, a decir verdad).
martes, 19-septiembre-2017

El juez Guido Otranto en otro allanamiento. Ayer no hubo posibilidades de acercarse pero se repitieron escenas similares.
El allanamiento dispuesto ayer por el juez Guido Otranto marca un quiebre en la causa, con un magistrado que va al frente, dispuesto a todo con tal de comprobar su hipótesis de que Santiago se ahogó, algo que no parece mucho más que un pálpito. “El allanamiento se da en una situación irregular. No da aviso con tiempo a las querellas: ni a la familia, ni al CELS, ni a la APDH ni a la Comisión Provincial por la Memoria. La ruta estaba cortada. Llegaron los efectivos y el juez y no dejaron pasar más a nadie”, contó el periodista Juan Alonso, quien es uno de los que vienen cubriendo el caso hace varios días.
Alonso contó en Nada del Otro Mundo que “ni siquiera se le dió curso al defensor público de Esquel, a quien tampoco lo dejaron pasar”. Por otro lado, durante el procedimiento hubo atropellos contra los mapuches: “El juez precintó con esposas de plástico a Matías Santana, el testigo que vio a Santiago Maldonado siendo secuestrado por Gendarmería. También precintaron al resto de los mapuches“, relató Alonso.
El juez, en medio del operativo, reconoció a Elizabeth Loncopán, con quien había tenido un cruce en un allanamiento anterior y la imputó por resistencia a la autoridad. Fue demorada varias horas en la seccional de la Policía Federal. “Otranto no se limitó a perseguir a la comunidad del Pu Lof en Resistencia Cushamen. También allanó casas de la comunidad Vuelta del Río“, dijo Alonso. En esas casas vive la familia Huinilao. A Alberto lo precintaron -al igual que a su hijo- durante siete horas y la Policía quiso llevarle siete mil pesos y un colchón. Darío no pudo entrar al terreno de su casa.
Para Alonso, la teoría de que Santiago se ahogó es inverosímil: “Si se ahogó: ¿dónde está el cuerpo? La profundidad máxima del río en esa zona es de 1,40 metros. Cuando desapareció hacía entre 15 y 19 grados bajo cero. Si hubiera cruzado el río -como sostiene el juez- se habría congelado a los 3 minutos“, se preguntó el periodista. Criticó al juez por aventurar una hipótesis en una entrevista con el diario La Nación y dijo que durante las primeras 72 horas no hizo nada: “No allanó Gendarmería, no allanó los campos de Benetton, no buscó a Santiago, no quiere peritar completamente el teléfono con chip chileno de Santiago, dónde se recepcionó la llamada con Ariel Garzi, etc.”.
Para Alonso, son claves las declaraciones de los gendarmes en la Justicia, ya que Daniel Barberis y Gonzalo Cané (funcionarios del Ministerio de Seguridad) plagaron de testimoniales administrativas, pero “en sede judicial los gendarmes se quiebran y entran en contradicción”.