El colmo de la Caminera: lo obligaron a manejar alcoholizado y luego lo multaron

Agustín Lillo esperaba en su auto, a la salida de una fiesta en Río Ceballos, para estar en condiciones de manejar a su casa. Dos policías le exigieron que se vaya, pese a que les dijo que había tomado alcohol. Lo amenazaron con detenerlo y le golpearon las ventanas del coche. A los metros, lo multaron por conducir con alcohol en sangre. Ahora los agentes enfrentan denuncian por coacción y abuso de autoridad.

 viernes, 22-febrero-2019

El hecho se produjo en la ruta E53, cerca de Río Ceballos.


Un pibe de 23 años va a una fiesta post Nochebuena en un salón sobre el kilómetro 9,5 de la ruta E53, en Río Ceballos. Toma alcohol. Con la luz del día, asume que no está en condiciones de manejar y se queda esperando en su auto VW Up, que estaba estacionado en la banquina, junto a otros vehículos. Se duerme. Aparecen dos policías en moto, sirenas en alto. Bajo amenazas de detención y con malos tratos, le exigen que se vaya con el auto. Que maneje. Cuando bajo presión y prácticamente acarreado por las dos motos, llega al control de la Caminera ubicado a 500 metros del lugar, uno de los policías que lo multa por 50 mil pesos por manejar alcoholizado. Y luego, un juez de Faltas lo inhabilita seis meses para manejar.

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Si lo guionás para contar una historia de abuso policial, no te sale.

Ahora, los cabos Emanuel Lindon y Miguel Moyano enfrentan una denuncia penal por coacción y abuso de autoridad contra Agustín Lillo, que está en etapa de instrucción en la Fiscalía del Distrito II Turno 5 a cargo de Alfredo Villegas. Los abogados de la víctima son María de los Angeles Ferrer y Claudio Orosz. Además de la denuncia penal, pedirán ante la Justicia de Faltas la nulidad absoluta de la inhabilitación para conducir vehículos y la vuelta atrás con la multa. “Fue una cacería abusiva y descabellada”, sostuvo la abogada Ferrer. “Agustín tenía derecho de quedarse donde estaba, y fue un acto de responsabilidad el suyo al no manejar porque había tomado alcohol. Como máximo, podría haber recibido una multa por mal estacionamiento, porque él no estaba circulando. Los agentes lo hicieron violar el Código de Transito de la Provincia con fines recuadatorios, para sumar puntaje, para hacer números en la Policía”, remarcó.

“Tuve miedo por mí, por mi amigo y por el auto”

En diálogo con el portal Al Revés, Agustín Lillo comentó lo sucedido aquel 25 de diciembre a la mañana, cuando en una ruta totalmente solitaria sintió “miedo por mi integridad física y la de mi amigo, y por lo que podían hacerle al auto”. “Yo había dejado el auto en la banquina porque no encontré lugar en el estacionamiento del salón (Mout). Cuando salí con mis amigos, no podía manejar porque había tomado alcohol. Nos fuimos al auto; algunos empezaron a irse y yo me quedé con uno solo, que es con quien había ido. Necesitaba quedarme ahí, porque además estaba muy cansado para manejar”, comenzó su relato.

“Nos dormimos. De pronto, siento las sirenas y aparecen dos policías en motos. Les dije que no estaba en condiciones de manejar porque había tomado alcohol, que estaba esperando, y que ya habíamos llamado a familiares para que nos vengan a buscar. Pero no me hicieron caso, nos abrieron la puerta del auto de prepo, sin autorización, metieron la mano en el auto y sacaron una botella de alcohol que estaba cerrada. Todo con violencia, exigiendo que nos fuéramos. Creían que mi amigo era el dueño del auto, porque estaba sentado el asiento del conductor. Cuando mi amigo se bajó para cambiar el lugar conmigo, la cosa se puso más brusca. Lo prepearon. Empezaron a amenazar con que nos detenían, y a acelerar las motos”, agregó Agustín. “Entonces puse en marcha el auto e hice unos metros sobre la banquina, pero me di cuenta de que no, que no podía manejar, si había tomado alcohol. Frené y se vinieron de nuevo. Golpearon los vidrios, me apuraron, nos amenazaron. Les dije que no podía manejar hasta que pasara un rato. Pero seguían golpeando los vidrios. Entonces me subí a la ruta, con ellos acarréandonos por detrás”, recordó.

A unos 500 metros estaba el puesto de control de la Policía Caminera. “No había nadie en el control. Entonces, uno de ellos me cruza la moto y me obliga a parar, nos tiran a la banquina. Ahí aparece un policía de una camioneta y uno de los que nos llevó hasta ahí le dice a éste que me tiene que hacer el test de alcoholemia porque había chupado” continúa Agustín. “Entonces yo le dije que no me iba a hacer el test porque ya le había dicho que no podía manejar porque había tomado alcohol. Ahí se ponen violentos, vuelven a pegar en el vidrio y empiezan a forzar la cerradura del la puerta que yo había cerrado. A mi amigo le abren la puerta de prepo y lo amenazan con detenerlo. Yo, por las dudas, saqué las llaves del tambor para que no digan que nos queríamos escapar”, señaló el joven.

La historia finaliza con la multa por 50 mil pesos, que es la que se aplica cuando un conductor se niega a realizar el control de alcoholemia. Fue un hermano del amigo de Agustín, que llegó enseguida al lugar, quien le dijo a los agentes Moyano y Lindon que la ley de Tránsito contemplaba esa posibilidad.

“Fue una cacería”

“Hubo coacción y abuso de autoridad. Agustín fue muy responsable: no quería conducir porque había tomado alcohol. Los policías lo obligaron a violar esa prohibición. Los amenazaron con detenerlo. Fue practicamente una cacería: lo sacaron de donde estaba esperando para poder manejar y luego le hicieron una multa por manejar alcoholizado”, indicó la abogada Ferrer a este portal de noticias.

La defensora comentó que la familia de Agustín pagó la multa ($25 mil con descuentos) pero que, cuando su cliente fue a renovar el carne de conducir, se dio con la noticia de que un juez de Faltas de la Provincia lo había inhabilitado para conducir por seis meses. “Cuando fue a averiguar, lo notifican de manera bárbara, como digo yo: solo con el Resuelvo de la sentencia, sin número de resolución, si los vistos ni lo considerandos. Vamos a pedir un acto de reconsideración porque es un acto administrativo nulo de nulildad absoluta”, afirmó Ferrer. “No hubo infracción, fue todo una ficción. A Agustín lo obligaron a cometer una infracción”, remarcó.