El déficit es el modelo

Siguiendo el libreto del FMI para justificar un ajuste brutal en 2019, el gobierno nacional repite como mantra que el déficit fiscal es la razón de una inflación que no logra bajar. Sin embargo, en base a estudios del propio organismo internacional, el economista José María Rinaldi señala que no hay evidencia empírica que permita establecer una relación directa entre una cosa y la otra. Para ello, expone la situación de países emergentes y el caso específico de Argentina.

 domingo, 22-julio-2018


Por Camilo Ratti

El pez por la boca muere, dicen. Y aunque nadie pueda darlo por muerto aún, el gobierno de Macri aletea en busca de oxígeno para llegar al 2019 con chances electorales, acorralado por su propia verba: “La inflación es la demostración de la incapacidad de gestión porque significa que uno no puede administrarse con los recursos que tiene”.

Frente a este problema, que la ciudadanía ubica en el top five de sus preocupaciones en todas las encuestas y amenaza el sueño reeleccionista de Cambiemos, el Presidente buscó el salvataje del FMI para poder pagar las cuentas de una crisis autoinfligida, abriendo la puerta a un organismo traumático para la economía nacional y la memoria popular: “Estamos comprometidos con el mundo a demostrar que aprendimos de nuestros errores y que esta vez Argentina cumplirá. Prometemos que vamos a achicar el problema del déficit que el mercado discute, decimos sí, lo vamos hacer”.

Como en la vida nada es gratis, menos en economía, el organismo impuso la receta del manual neoliberal que tan fielmente expresa: reducir el déficit fiscal de este año al 2.7 % del PBI, 1.3 % para 2019 y equilibrio fiscal en 2020. Eso significa un recorte de 300 mil millones de pesos que el gobierno nacional busca socializar con las provincias en el próximo presupuesto.

Sin embargo, frente a esta alternativa, que profundizará la caída del consumo, el achicamiento del mercado interno, el aumento del desempleo y agravará un déficit comercial galopante, el economista José María Rinaldi aporta estudios empíricos del propio FMI que sostienen que no existe una relación estadísticamente significativa entre los déficits fiscales y la inflación. “En el mejor de los casos, se ha observado una relación muy débil”, escribieron Luis Catao y Marco Terrones en su artículo “Inflación-déficit fiscal: otra vez el rompecabezas”, publicado en el Boletín Volumen 32 del FMI el 9 de junio del 2003. Allí, los autores analizan la situación de diferentes países entre 1961 y 2001.

las exigencias para el acuerdo con el FMI son ajuste feroz

Las condiciones del FMI para otorgar al crédito implican un ajuste brutal que profundizará la crisis económica.

Chicago Boys

Heredero de la corriente monetarista que fundó Milton Friedman en Chicago a principios de los años 70, el gabinete de Macri ajusta el cinturón siguiendo la hoja de ruta que proponen los banqueros. Uno de los más influyentes es Facundo Gómez Minujín, CEO local de JP Morgan, banco con activa participación en la colación de la deuda argentina: “El gobierno tiene que encarar estas reformas ya mismo, porque si no, el mercado se lo va a facturar a más tardar en un año”.

El cálculo del poder financiero internacional sobre la política local no es caprichoso: en un año se definirá si la sociedad argentina convalidará en las urnas la mayor estafa electoral de la historia reciente, habilitando otros cuatro años de un proyecto que llegó para agigantar la grieta entre los que más tienen y los que apenas llegan a fin de mes.

el equipo económico de Macri.

Macri junto a su ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y el presidente del Banco Central, Luis Caputo, ambos hombres de las finanzas.

El ajuste fiscal que implica un retiro del Estado para que sea el sector privado el que asigne los recursos es un modelo que se aplicó en la dictadura con Martínez de Hoz, durante el menemismo y ahora con Macri: “Es un esquema de acumulación rentístico traccionado por la afluencia de capital externo atraído por las altas rentas generadas por los servicios financieros, reprimarización de la economía y privatización de los servicios públicos”, explica Rinaldi en su investigación.

Para confirmarlo basta repasar quiénes han sido los ganadores del modelo desde que el ingeniero llegó a la Casa Rosada: el campo, los bancos, las mineras, las petroleras y las empresas concesionarias del gas y la energía, beneficiados con un dólar que pasó de 9,80 pesos en diciembre del 2015 a 28 hoy, baja de retenciones, tasas de interés de más del 40 %, dolarización de los combustibles y tarifazos impagables para las grandes mayorías.

Sin base empírica

Cuando los cuadros del FMI bajaron la teoría a la práctica económica, se toparon con varias sorpresas. “En los estudios del FMI del 2006 a 2017 (período en el que Fondo Monetario Internacional tiene estadísticas sobre los promedios de economías emergentes), no se observa la relación ni siquiera de manera débil, menos aún sólida. Muy por el contrario, cuando los déficits fiscales se incrementan, los precios descienden y cuando los déficits fiscales mejoran, los precios se incrementan”, sostiene Rinaldi en su trabajo “La relación déficit fiscal e inflación. Mitos y realidades”.

situación de países emergentes.

Los gráficos muestran que en los países emergentes la inflación baja cuando los déficits fiscales aumentan. Fuente: Fondo Monetario Internacional.

La inflación es un fenómeno complejo que reconoce multicausalidad, y la forma de encararla también tiene una dimensión política, como lo explica Mario Rapoport, uno de los más importantes investigadores de la historia económica nacional: “Enrique Silberstein, periodista económico, decía en los años 70 que si uno se fija bien, el ataque a la inflación va dirigido al incremento de los costos, o sea al aumento de sueldos y salarios. Jamás se ha combatido la inflación diciendo que se debe al crecimiento de las ganancias (…) nadie se ha preguntado si las ganancias tenían sentido y si eran económicas”.

La primera gran devaluación

Como si fuera una ironía de la historia, la primera carta de intención entre un gobierno argentino y el FMI fue el 28 de diciembre de 1958, el Día de los Inocentes. Según estudios de la CEPAL, al día siguiente de ese hecho, se implementó la primera gran devaluación de la moneda nacional, que llevó la paridad cambiaria de 30 a 80 pesos por dólar.

Esto hizo que por primera vez la suba de los precios superara el 100 %, reiterándose luego en junio de 1975 en lo que se conoció como el Rodrigazo. Volvió a pasar en 1976 con la dictadura cívico-militar y se intensificó con la vuelta a la democracia, primero con Alfonsín y luego con Menem: en 1989 y 1990 hubo inflación de cuatro dígitos.

La salida de la “convertibilidad” a inicios del año 2002 provocó una grave crisis económica y social, con una caída del 20 % del PBI, 25 % de desocupación y más del 60 % de pobreza. Sin embargo, a pesar de una devaluación del 200 % (la mayor de la historia), el índice de precios al consumidor en el 2002 varió sólo un 25,9 %, reduciéndose a un dígito en 2004 (4,4 %).

“En el caso de Argentina, definitivamente no se verifica la relación de los déficits fiscales y la inflación, ni siquiera de manera débil entre el 2002 y el 2017”, resalta el economista y profesor universitario. “Si obviamos el año 2002 por lo atípico de la magnitud de la crisis, la inflación se incrementa en forma sostenida con superávit fiscales y equilibrio fiscal, y cuando el déficit fiscal experimenta un fuerte incremento, años 2016 y 2017, la inflación disminuye”. El siguiente gráfico es elocuente.

En Argentina el déficit fiscal no tiene relación con la inflación.

En Argentina no se ha podido establecer una relación entre el aumento del déficit fiscal y la inflación. Fuente: Estudio Rinaldi.

Un remedio que no cura

“No existe cosa más probada que la principal causal de la inflación es el déficit fiscal”, machaca la ortodoxia económica, desconociendo la multicausalidad de un fenómeno que en la Argentina tiene mucho que ver con la alta concentración de sectores claves de la economía, como el de los alimentos, y la dependencia de muchos bienes y servicios de la cotización del dólar.

Fracasado el supuesto “gradualismo” de los primeros dos años, la propuesta del dúo Macri-Lagarde es un shock de ajuste para terminar con el défict fiscal, reducir el gasto público, incrementar los impuestos a los consumos, no emitir moneda o absorberla, seguir aumentando las tasas de interés, abrir aún más la economía, aplicar la lógica asignativa de recursos en manos del mercado y congelar los salarios.

“El argumento por el cual la principal o única recomendación es reducir el déficit fiscal para solucionar el problema de la inflación demuestra que ello es un acto esotérico o mal intencionado”, finaliza Rinaldi.

Saque el lector sus propias conclusiones.