El desbande comunicacional de Cambiemos
El problema de los mecanismos tan aceitados como la comunicación de Cambiemos es que cuando las cosas no salen bien, se muestra lo que había debajo y que era mejor no exhibir. De la festejada "grasa de la militancia" de Prat Gay a las críticas que recibieron Carrió, Michetti y Lombardi por sus desnudeces políticas.
martes, 3-julio-2018

Carrió y Macri, una sociedad que se sostiene, cada uno con su propio rol.
En los inicios, cuando los golden boys asumían entre risas la conducción del país, un relajado Adolfo Prat Gay aunciaba el retiro de “la grasa” del Estado, en alusión a que el gobierno de Macri iba a despedir a agentes de la administración pública. Medio país aplaudió el anuncio de la purga, frase incluida.
Pero como dijo el Presidente, pasaron cosas.
El gobierno tiembla sólo en pensar en el IPC de junio, que en breve difundirá el Indec, porque a la grupa del dólar se subieron los precios de todos los componentes de la canasta básica familiar. La economía entró el recesión, con caída de la industria y retroceso de la construcción. Se perdieron casi 100 mil puestos de trabajo en blanco. Se vende menos en los canales minoristas. Se detuvo en seco la venta de Okm. El dólar no encuentra el techo, y no hay tasa del BCRA que lo haga menos apetecible. Cayó la imagen del gobierno y las expectativas sobre Mauricio Macri. La poblacion dice que antes era más feliz. Y de paso, internaron de urgencia a Durán Barba para colocarle un marcapasos.
Un combo perfecto para patinadas hasta ahora impensables en el aceitado dispositivo comunicacional de Cambiemos. Como si fuera la comunicación de un desbande.
Ayer, Elisa Carrió reclamó derrame de “propinas y changas” de la clase media a los sectores pobres. No sólo propuso un limosnero sistema de redistribución de ingesos, sino que además patentó la versión amarilla del “animémonos y vayan”. A Lilita la destrozaron en las redes sociales y un mozo de un bar de La Plata la escrachó: “Me dejó cinco pesos y unas monedas” por un consumo bastante suculento. Debería saberlo: ya no hay secretos.
Lo de Hernán Lombardi, el titular del Sistema de Medios Públicos, es otra muestra del río revuelto en que se ha convertido la comunicación oficialista, diseñada tal vez para momentos de calma o al menos para escenarios con opinión pública muy complaciente con el Gobierno. Lombardi dijo, tras el despido de los 350 trabajadores de Télam, que había “ganado el periodismo”, en un gesto de soberbia política y falta de empatía que podría haber evitado.
Fue un boomeng: le llovieron críticas de sectores periodísticos impensables hasta ahora. Impostado o no, la cesantía masiva y su comunicación provocó un rechazo inédito para una sociedad que dos años atrás aplaudió el retiro de “la grasa”.
Lo de Gabriela Michetti es otro ejemplo de funcionaria que se convierte en meme. La vicepresidenta hizo declaraciones que significaron un retroceso de siglos respecto a los derechos de la mujer y que además, probablemente no le aportaron votos conservadores, porque hasta los sectores más anti aborto (salvo la Iglesia) repiensan el tema cuando se trata de un embarazo por violación. La mujer propuso resolver una violación, un embarazo y un parto con un psicólogo y una entrega en adopción. Además de demostrar su pobre conceptualización sobre el tema aborto, sus declaraciones profundizaron la grieta que se abrió en el espacio oficialista desde el debate de la ley de legalización.
Aunque con más charme que los anteriores funcionarios, Marcos Peña y Nicolás Dujovne también mostraron que no están sintonizados en temas carísimos para los sectores medios como es un eventual impuesto a los viajes al exterior. El famoso “dólar turista” que tanto irritó años atrás a los argentinos acostumbrados a vacacionar en el exterior. Dujovne lo había desmentido; Peña admitó que “está sobre la mesa” para frenar el déficit de la cuenta corriente. Definitivamente, algo huele mal en Cambiemos.