El fuego en Pinolandia
Detrás del humo en El Bolsón, están los pinos. A un mes del incendio que duró 25 días y arrasó con más de 8 mil hectáreas, especialistas y miembros de la comunidad mapuche denunciaron la política forestal que lleva adelante el Estado provincial desde hace muchos años. Además de ser una plaga, afectar las fuentes hídricas y desplazar familias campesinas, los pinos propagan el fuego más rápido que las especies nativas.
jueves, 4-marzo-2021

Según los especialistas, los pinos son mucho más combustibles que las especies nativas y propagan el fuego mucho más rápido.
Un asado mal apagado fue la explicación oficial para un incendio que comenzó a fines de enero, logró ser contenido luego de 25 días y arrasó con más de 8 mil hectáreas en El Bolsón. Lo cierto es que, detrás de la cortina de humo, se esconden los pinos. Más allá del calentamiento global, el clima y la sequía, especialistas y miembros de la comunidad mapuche apuntaron contra la política forestal que lleva adelante el Estado provincial y nacional desde hace muchos años al promover la plantación de pinos en la zona.
A través de un documento de elaboración colectiva, revelaron que las especies exóticas como pinos y eucaliptus aumentan la frecuencia y la gravedad de los incendios forestales. “El fuego se propaga 30 veces más rápido que en las especies nativas”, señala el artículo. “Al ser muy combustibles, explotan y van generando focos en otros lados, algo que las nativas no hacen”, explicó Mirta Ñancunao, werkén (vocera) de la Comunidad Mapuche Las Huaytekas. “Son una bomba de tiempo”, definió.
Además de expulsar a las comunidades indígenas de sus territorios y destrozar sus economías y formas de vida, los pinos también son un factor de disminución hídrica. “El pino necesita mucha más cantidad de agua que las nativas porque su raíz se extiende buscando agua y quitándosela a otras plantas”, especificó la referente mapuche. De acuerdo a estudios internacionales, el caudal de más de 500 cuencas pinificadas disminuyó en un 40 % promedio, más allá de las mermas propias del cambio climático. “Hay un secuestro del agua y un asesinato de la biodiversidad”, sostuvo Lino Pizzolón del Observatorio del Agua de la Universidad Nacional de la Patagonia.
Pino con “P” de plaga
Según detallaron a Al Revés, la plantación de pinos viene de larga data. Comenzó alrededor de la década del ´30 como resultado de la destrucción del bosque nativo, tanto por parte de los “euroargentinos” que introdujeron sus animales, como por los aserraderos que trabajaron a gran escala la madera de especies autóctonas como la lenga y el ciprés cordillerano. Luego le siguieron distintas leyes nacionales y provinciales que propiciaron la propagación de la especie exótica, tanto en la provincia de Río Negro como en el resto de la Patagonia.
“Un 70% de las plantaciones de pinos no tuvieron un manejo adecuado, lo que favoreció su extensión: una invasión que es incontrolable”, indicó Mirta. Para colmo, a partir de la Ley 25.080 de Inversiones para Bosques Cultivados – “una ley que subsidia plagas” según Lino Pizzolón – sancionada en el año 1998, los integrantes de la comunidad mapuche están inhabilitados para ayudar a resolver la situación. “Es un trabajo muy caro y, a diferencia de los ricos, no recibimos los subsidios que se dan a través de la ley porque no tenemos reconocidos los territorios”, precisó la vocera indígena.
Verde que te colonizo verde
Como si fuera poco, el Fondo Verde del Clima de la ONU y los Bonos Verdes, favorecen el sembradío de pinos con fines “sustentables”. “Los países más industrializados producen mucha contaminación y necesitan que otros países absorban el carbono y el pino captura mucho”, añadió la mujer. “Todo es verde, pero nada queda verde”, aseguró.
Junto a otros profesionales, el Biólogo y Magíster en Ecología Acuática, Lino Pizzolón, habló de “una nueva forma de colonialismo”. “Lo peor que podemos hacer es naturalizar este paisaje artificial y no ver todo lo que viene detrás: más sequía, acumulación de combustible para incendios cada vez más devastadores; y la contaminación de ríos por plantas de celulosa en un próximo futuro”, pronosticaron.
El cipayo de turno
Tal como suele ocurrir en este tipo de conflictos, existen funcionarios y representantes que se ubican de ambos lados del mostrador. Mirta Ñancunao denunció que Fernando Arbat es el presidente de la Empresa Forestal de Río Negro – EMFORSA – y, a la vez, es el subsecretario de la Secretaría de Recursos Forestales: un órgano de contralor que está a cargo del servicio forestal andino y que autoriza las plantaciones. “Todo está en manos de una sola persona puesta por el gobierno de Río Negro”, acusó la referente mapuche.