Cristian Maldonado

 

columnista alreves.net.ar

El gran dilema de la oposición

El mayor dilema de la oposición se llama Cristina. Una encrucijada que termina casi siempre en el mismo callejón: con Cristina es imposible, sin Cristina también. El piso electoral más alto por escándalo, pero con un techo que, según parece, está a sólo unos centímetros de los mosaicos. La base electoral más amplia y al mismo tiempo la razón que impide una confluencia mayor. Mucho amor y mucho odio. Una especie de Ying Yang a la medida del gobierno. Motivo de sobra para que dichos sectores de la oposición se mortifiquen con sólo advertir que se trata de un dilema con pinta de trampa fatal, con pinta de Macri por cuatro años más.

Mientras esos mismos sectores coleccionan disgustos y tropiezan a cada rato con su dilema, aparece Cristina en Infobae y dice: “Si en 2019 yo soy un obstáculo para las elecciones, no voy a ser ningún obstáculo”. Ahí está la expresidenta, sentada frente a Luis Novaresio, con el único objetivo de llegar a otras audiencias, a otros electores. Pura praxis electoral. Conectar con los no convencidos o con aquellos desencantados que no la votan desde 2011. Distintos canales, webs y radios toman la señal en vivo. Logra audiencia y repercusión récord a las tres de la tarde. Genera algo parecido a una cadena nacional resuelta por los televidentes. Curioso. Quizás la atracción que produce el escenario, la novedad de verla en una cancha hostil.

Aparece entonces y avisa con una sonrisa pícara, casi catártica: “Te voy a dar una primicia maravillosa: Si en 2019 yo soy un obstáculo para las elecciones, no voy a ser ningún obstáculo. Si esto impide la unidad y ganar, no tengas dudas”. Y redondea: “Si en el 2019 yo fuera un obstáculo, para el peronismo, para un frente mucho más amplio que el peronismo, me excluyo”. Título indiscutible de la jornada. Ahora, ¿está anunciando que se baja? Tal vez suponga apoyar su carta de negociación sobre la mesa. Por ahora no más que eso. Si hay alguien capaz de sintetizar a la oposición, alguien con dimensión política suficiente para conservar los votos de ella y traer los nuevos, entonces sí. Pero a simple vista, o mirando con lupa o con largavista, nada por acá, nada por allá.

Vale recordar que dijo lo mismo antes de confirmar su participación en las Paso. Es cierto que después no hizo la elección que esperaba y que el resultado de octubre quizás sea concluyente. Pero es su amor propio el que la lleva a hacer entrevistas como las de Infobae. La lógica dice que ese tipo de animales políticos no abandonan ni piden el cambio así nomás. Cuesta imaginarla sentada en una plaza del Calafate dándole alpiste a las palomas. Por lo pronto hay que decir que volvió al centro de la escena. Siguiendo los consejos de Oscar Wilde, bien o mal, se habla de ella todo el tiempo. Y que consiguió el guiño del presidente del partido Justicialista. Y que ya antes había recibido a la distancia los de Daer, Alcira Argumedo y Pino Solanas. Aunque es probable que el mayor logro haya sido que la redacción de Infobae entera se fotografiara con ella.

En Florencio Varela relanzó su campaña y dejó pistas para seguir de cerca la temperatura en torno del gran dilema opositor. “Nosotros llevamos a la práctica aquello de primero la patria, después el movimiento y por último los hombres”, facturó. En la siguiente pista pidió el voto para Taiana y aprovechó para contar: “Nos peleamos un poco, pero ni yo soy rencorosa, ni él puso los intereses propios por delante del interés común”. Y sentenció: “Mucho más importante que discutir entre aquellos que pensamos igual y podemos tener algunas diferencias en este momento es construir lo que la sociedad está demandando: una oposición seria, firme y concreta frente a un modelo que desde Arsenal hasta aquí ha agravado las cosas”. No es poco lo que hay para leer entrelineas.

Mientras todo esto pasa, Cambiemos ríe. La saca barata. Logró gobernabilidad, un sólo paro después de dejar sin filo la tijera, fue la fuerza más votada aún tras anunciar aumentos, ajustes y reformas post elecciones de octubre. Descansa en la protección mediática y asegura que la mera existencia de Cristina y sus fieles tapona la unidad opositora. También desde la oposición hay un sector que concibe a Cristina como un tapón y juega todas sus fichas a borrarla de la faz del mapa político, a jubilarla en octubre. Le pide que dé un paso al costado, determina que ya es historia, que no va a conducir el peronismo ni aunque gane y hasta le advierte que se tendrá que armar un bloque nuevo en el senado. En fin, una apuesta cuya conducta podría convertirse en sí misma, y aún con Cristina afuera de la cancha, en otro tapón de dimensiones. Porque la pregunta que se desprende de esto es si alguien sensatamente puede creer que los votantes de la expresidenta acompañarían así, sin más, a Massa, Schiaretti, Urtubey, De la Sota o Randazzo, después de que estos dedicaran la mayor parte de sus misiles a la figura de Cristina.

Hace algunos días hablé con el jefe de campaña de Randazzo, Alberto Fernández, y me impresionó la explicación que dio respecto de por qué descartaron de plano una lista de unidad, incluso considerando el panorama de cara al futuro para el hombre de Chivilcoy: “Hubiese sido una especulación espuria”. Me impactó no sólo por tratarse de un dirigente de un partido con vocación de mayorías, sino porque se lo estaba preguntando al jefe de campaña de un candidato que hizo todo lo posible por disputar internas contra Cristina, y que a la postre, después de la derrota, le hubiera tocado apoyarla en octubre. ¿Por qué espurio? No se lo estaba preguntando a Del Caño, a Massa, o a Bullrich, sino a alguien que pedía a gritos disputar internas dentro de un mismo espacio. Es muy probable que la desesperación por jubilarla dé lugar a un nuevo “obstáculo”.

Por supuesto que es una lectura un tanto descarnada, más de construcción electoral que de construcción política. Lo que tal vez merezca también una reflexión a tiempo, por ejemplo si consideramos lo que pasó en Ecuador, donde se desató una guerra infernal entre Correa y Lenín Moreno a sólo un mes del traspaso. De “el mejor presidente de la historia” o “La revolución volvió a triunfar en Ecuador”, a un fuego cruzado sin precedentes, pero sobre todo a la comprobación de que se trata de dos modelos muy distintos.

La última declaración de Verónica Magario, intendenta de La Matanza, ayuda bastante a cerrar la columna: “Cristina va a ser sólo una acompañante en la próxima etapa (…) Nosotros no sentimos que Unidad Ciudadana sea sólo Cristina. No hay que centralizar Unidad Ciudadana en Cristina. Es un conjunto de hombres y mujeres que hemos conformado este nuevo espacio para hacer una nueva oposición (…) Se viene una gran renovación en el peronismo”.

Por ahora, lo único cierto es que aquel axioma innegociable de la marcha, todos unidos triunfaremos, sigue atascado en su mayor dilema.