El juego del miedo
El gobierno ordenó la auditoría de 80 gremios nacionales, con especial énfasis en los que hoy son opositores. Para el abogado Eugenio Biafore, ese control no es sólo una facultad sino una obligación, pero el gobierno lo utiliza "para reducir la discusión de la reforma laboral al campo que conoce: el campo del apriete".
miércoles, 14-febrero-2018

Sergio Palazzo, que hablará en la marcha de hoy, es el titular de la Asociación Bancaria.
El Ejecutivo nacional decidió apretar el acelerador y hacer una auditoría en 80 gremios nacionales, enfocado esencialmente en las obras sociales. En un contexto de creciente tensión en la relación gobierno-sindicatos y en la previa de una marcha que, aún con bajas en las filas sindicales, se pronostica multitudinaria, la decisión gubernamental es lo más parecido a mostrar los dientes e intentar aumentar la presión.
Máxime si se tiene en cuenta que en la primera tanda de gremios auditados estarán los tres grandes enemigos del campo sindical: camioneros, bancarios y docentes.
“El poder ejecutivo tiene plenas facultades de control sobre las organizaciones a las cuales les da una matrícula y las reconoce como entidad colectiva. Esto es el cumplimiento formal de la normativa existente y obligatoria. Lo curioso es que lo publicite y lo ejerza como una novedad. En realidad es la confesión de un incumplimiento“, dice el abogado especialista en derecho laboral, Eugenio Biafore.
Es decir: el gobierno tiene la obligación de controlar los balances, elección de autoridades, obligaciones tributarias y su relación con las obras sociales. El propio anuncio con bombos y platillos es la admisión de que no estaba cumpliendo con esa función. “El anuncio ahora está en el contexto de la discusión por la reforma laboral. ¿En qué marco se quiere discutir la reforma laboral? Parece forzada la discusión a partir de una suerte de advertencia cuando en realidad están haciendo lo que tienen que hacer. Es el peor marco de discusión política que puede haber“, reflexiona Biafore.
Enemigos íntimos
“El gobierno quiere reducir la discusión al campo que conoce: el campo del apriete y la admonición, cuando debería ser una discusión abierta, de cara al sol”, reflexiona Biafore. Pero ¿por qué el gobierno confía en la efectividad de esta suerte de amenaza? Hay una explicación posible: hasta no hace mucho, algunos de esos gremios estaban muy cerca del macrismo y hacían acuerdos. “Cuando hace un año los necesitaba, el gobierno salía por los medios a prometer la plata de las obras sociales. Ahora, aprovechándose de lo que saben a partir de esos acuerdos, los presionan”, señala el especialista en derecho laboral.
“Son tipos que se conocen las cuitas y como ahora han encontrado un punto de desencuentro en la discusión de la reforma -vale agregar, también, a las paritarias-, utilizan sus propias cuitas”, concluye Biafore.