Gonzalo Marull

 

columnista alreves.net.ar

El monte que marcha

(Foto: ECOS Córdoba / FB: Coordinadora en Defensa del Bosque Nativo)

¿Cómo describir un monte que marcha? ¿Alcanza con un par de palabras?
Cómo evocar los cuerpos, los sonidos, los olores y los sabores de una marcha especial. ¿Y si te digo que fue una marcha encabezada por niños?

Una marcha tan pura y necesaria como los niños. Ellos cantaban: “Juguemos en el bosque, mientras el bosque está… ¿Bosque está o no está?” Y la respuesta es colosal: “Estará, estará”. Estará, porque ellos son la esperanza.

Le pregunté a un niño: “¿Por qué marchas?”. “Porque sin naturaleza no hay más cuentos”, me contestó. Ella, a la que le faltaban casi todos los dientes y tenía un corazón verde en su mano, no quiso ser menos y arriesgó con sabiduría: “Marchamos por los otros”. Y sí. Por los otros. Una ciudadanía comprometida, con rostros alegres y vivos, marcha por sus derechos y por los derechos de los demás. Parece simple, pero no lo es.

Al alejarme de la marcha me volví a encontrar con rostros amargos, con cuerpos muertos de una ciudad triste, con el cemento y la velocidad absurda de una vida que a veces no es vida, con la ciudadanía completamente dormida. Indiferente a esta otra ciudadanía que se mueve… por los otros.
¿Cómo despertás al que está dormido? Imagino que hay muchas maneras. A mí me gusta que me despierten con una caricia. A veces, depende de la circunstancia, necesitás otros métodos.

Córdoba tiene la menor resistencia ambiental de toda su historia. La resistencia ambiental es cuando uno tiene una organización territorial de ambientes nativos y productivos suficientemente balanceados que permite resistir sequías, inundaciones, períodos lluviosos e incendios.
Es tal la desorganización territorial que cualquier tipo de contingencia climática hace que el sistema entre en colapso. Nos queda menos del 4 por ciento de bosques nativos cerrados. Por consiguiente, Córdoba tiene que rehacer totalmente un esquema de reordenamiento territorial y discutir las crisis cuando no hay crisis.

Está claro que a la mayoría de los legisladores que votamos los cordobeses esto les importa un carajo. Sólo les importa el poder y la guita, es así. No hay vuelta. ¿Qué hacer ante esto?

En “El origen del hombre” de Darwin se menciona “la supervivencia del más apto” 2 veces y la palabra “amor” 95 veces. Sin embargo en cada interpretación histórica de Darwin siempre se ha reforzado la primera noción.

La pregunta es: ¿la naturaleza esencial de los humanos es cooperar o dominar?
Ante un hecho como el de “sierras chicas” de febrero del 2015 o en incendios anteriores o el tornado de San Roque, aparece esa parte esencial del hombre: amar, cooperar, cuidar a los otros, la solidaridad, la compasión… Ver a los cordobeses, en esos espacios desoladores y post-apocalípticos, trabajando mano a mano contrareloj, siempre fue conmovedor.

Pero atención, luego, cuando aparentemente pasan las crisis (o creemos que pasaron o los grandes medios masivos de comunicación que tenemos se unen al que tiene el poder y ocultan todo) la sociedad a través de todos sus canales nos vuelve a ubicar en el otro lado: el de la competencia, la supervivencia del más apto, del que más consume, acumula, gana, tiene, domina, juzga…
La marcha de ayer, en contra de esta reforma nefasta de la LEY DE BOSQUES ya nefasta, fue hermosa.

Hay que seguir juntándose, hay que seguir cuidándonos y cuidando lo que tenemos. No dejemos que estos mercenarios que poco entienden de política nos sigan destruyendo el futuro. No dejemos que la ciudadanía que está dormida los avale en su indiferencia.

Entrenemos la memoria, por favor, y ejerzamos una ciudadanía más amorosa con el otro y con la naturaleza.