Virginia Carranza

 

columnista alreves.net.ar

¿En manos de quiénes están las vidas de las niñas?

¿De qué se trata todo esto? ¿Con qué palabras podemos contar lo que acontece? ¿En manos de quiénes están las vidas de las niñas? Niñas de la edad de mi hija. Escribo esto y me tiemblan las manos en el teclado.

Un ejecutivo provincial, una dirección de un hospital, profesionales de la salud pública, un poder judicial, medios de comunicación concentrados, grupos religiosos, la cúpula de la iglesia católica. Todos los órdenes del estado que nos deben cuidar comprometidos con la tortura. Todos los órdenes del poder que construyen subjetividades y sentido común avalando y argumentando la tortura.

Estamos en peligro. La violencia estatal condimentada con elementos del fascismo social nos está llevando a un abismo, arruinando vidas; no salvando ni una, ni dos, ni un millón de vidas, arruinándolas.

Porque las leyes son condición necesaria para la convivencia social, para garantizar derechos, pero no son condición suficiente; una verdad de perogrullo.

Vivimos en un país donde el estado de derecho está en suspenso. Donde los lazos sociales están desgarrados. Donde la empatía y la afectividad están fuera del canon.

Me asusta este país. Me asusta hasta dónde podemos llegar.

Es inconmensurable todo lo que hay para reconstruir y suturar, todo lo que debemos volver a inventar.

Al menos espero, que estos seres siniestros, cada quien, terminen sus días pudriéndose en una cárcel, por violadores, torturadores y asesinos, no les caben otras palabras.