Darío Gomez Pucheta

¿Entre todos? ¿Juntos?

El gobierno de la provincia remarca en sus espacios publicitarios que Córdoba “progresa, Entre todos”. En el orden nacional, la palabra “Juntos” es repetida para reafirmar el Cambio al que las políticas del Pro, sus Aliados de la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica de Elisa Carrió están sometiendo a la nación.
En ambos casos, se refuerza la idea que las acciones de los gobiernos del Presidente Mauricio Macri y su “socio” (como han decidido encuadrar la relación) Juan Schiaretti, son el producto del consenso democrático de la mayoría de la población que apoyaría sus gestiones. En contrapartida esa idea significaría que los problemas que las mismas decisiones de gobierno presentan son externos y ajenos a lo que “entre todos” o a lo que “juntos” estaríamos haciendo. Las palabras escogidas referencian la imagen de la suma de individualidades, evitando la idea de colectivo con las que se asocian pueblo o nación.
En el año 2004 el economista Jaques Sapir publicó un libro que lleva como título “Economistas contra la democracia. Los intereses inconfesables de los falsos expertos de la economía” (1). En esta publicación el autor aborda los casos de Rusia, Argentina y Ecuador en la década de los 90, y cómo sus crisis fueron dirigidas por concepciones económicas neoliberales que atacan a la organización democrática de la sociedad y a la política como respuesta eventual derivada del juego democrático.
En los últimos meses, lxs cordobesxs tenemos dos casos que superan ampliamente lo que Sapir desarrolla en su libro. En la Provincia el gobierno de Schiaretti autorizó la construcción de una autovía de montaña en el Valle de Punilla, sin escuchar a los ciudadanos y sin un Estudio de Impacto Ambiental que garantice la calidad de vida en la región. En la Nación el Presidente Macri anunció que decidió restablecer las relaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), sin que nadie del gobierno explique las razones de porqué la Argentina tiene que volver a someterse a la pérdida de soberanía para acceder a créditos, quedando en el libre entendimiento que se trata de una acción desesperada para frenar una crisis económico- financiera.
Desde la tesis de Sapir, en los 90 los tecnócratas de la economía fueron reduciendo la política y sus mecanismos democráticos amparándose en tecnicismos consistentes en explicaciones económicas que solo podían entender los especialistas, dejando fuera de la discusión a los directamente impactados por estos análisis y acciones. Desde lo simbólico estos tecnócratas usaban caros trajes y debían contar con posgrados en EE.UU o Europa que se pronunciaran en inglés.
Estos simples dispositivos, aplicados por complejas estrategias comunicacionales, abonaron la delegación de poder democrático de la ciudadanía para entender y participar de las decisiones que como argentinos nos involucran.
Los tiempos han “cambiado”, ahora la pérdida democrática no requiere ni si quiera de explicaciones técnicas, que aunque menos sea, pocos puedan entender. En aquellos años, estos dispositivos sirvieron para justificar las decisiones que nos llevaron a la triste crisis política del 2001. Hoy la pérdida de democracia se justifica con palabras como “Entre todos” y “Juntos” para avanzar y progresar en un fracasado y patético intento de unidad.
La autovía de montaña, no requiere de técnicos para su justificación, la sola observación del terreno por donde estaría trazada muestra el altísimo impacto ambiental. Una muestra es en la perdida de paisaje desde el paredón del Dique San Roque, en donde se destruyeron montañas y se está construyendo un puente de un tamaño tan imponente que la postal del contaminado lago San Roque quedó imperceptible y arruinada. Todo esto se hizo sin explicaciones a los habitantes de la región, ni técnicos que muestren sus estudios; solo bastó la prepotencia de un supuesto progreso que prioriza el asfalto ante el agua y el ambiente sano que las leyes le exigen proteger al Estado Provincial.
La vuelta al FMI se presenta con el mismo autoritarismo soberbio que la autovía de montaña. Nadie explica nada, se “hace lo que hay que hacer” porque el gobierno sabe lo que es bueno para nosotros. Avanzan a toda velocidad porque “el progreso” esta próximo.
Es pertinente en estos tiempos recordar que la democracia es la forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos, y ese poder puede ejercerse desde la mínima acción política de preguntar ¿para qué? ¿Por qué? ¿Quiénes son los beneficiarios?
Como en los 90, los economistas y los tecnócratas al servicio de las corporaciones están mostrándonos su soberbia y autoritarismo. En aquella oportunidad eran sólo técnicos que asistían en lo político, ahora ocupan el Estado e insinúan que el futuro cercano no es de progreso para las mayorías, pero que con fe debemos pasar por esto para luego estar mejor. Nada distinto a lo que históricamente hace el capitalismo: ofrecernos un futuro de felicidad y abundancia sin explicar cómo.
Para que haya “entre todos” y para que lo hagamos “juntos”, se requiere que participemos en la construcción de ese futuro prometido, se requiere reconocer que la vida en sociedad nos hace políticos, que es imposible poner afuera las culpas. Esta sociedad eligió al Gobernador y al Presidente, es esta sociedad la que debe definir a donde queremos que nos lleven.
Nota 1: Jaques Sapir,Ediciones B, Barcelona, 2004.