Pablo Ramos

Es la cultura, estúpido

El desprecio del filósofo cambista Rozitchner hacia artistas como Spinetta
pone en evidencia la visión del paradigma neoliberal sobre la cultura popular
Para un gobierno de empresarios el pensamiento social y la expresión artística son molestos
en tanto se combinan y discuten abriendo un aleph de nuevas representaciones
un artista que piensa que dice que hace más allá de la obra en sí misma
que pone en tensión la dimensión estética con la ética
que inserta su producción interpelando el contexto y la historia
es un subversivo para el sistema que intenta dominar todo con la lógica del mercado
por supuesto que la ceocracia prefiere los intelectos docilizados del periodismo abonado
por supuesto que la élite gobernante prefiere los productos seriados y mutilados de la industria
antes que artistas que se involucran en el debate de ideas y las resistencias políticas
pero no sólo de arte habla el entusiasta escriba de los discursos presidenciales
aliado con la maquinaria positivista del ajuste económico
apuntan contra los científicos sociales y humanistas
contra las medios alternativos y comunitarios
contra toda manifestación cultural crítica y pensante
porque saben que en esos espacios
aún más que en la desprestigiada y burocratizada política partidaria
vive la posibilidad emancipatoria de los pueblos
el asesor del aparato demagógico amarillista
envidia la inserción y adhesión social que tienen múltiples artistas
el creador de fantasías discursivas que contradicen las experiencias sufridas por millones de
argentinxs
desconfía de las intenciones políticas de sujetos que atacan las injusticias desde el arte
es que nadie tiene dudas de que el Gran Flaco estaría creando desde la otra orilla
desde la crítica y el compromiso en esta época infame que compartimos
Rozitchner habla desde su desierto de ideas,
su nido clasista de prejuicios,
su decadente restauración neocapitalista
el pensador macrista está atrapado en un laberinto de mercaderes y trepadores
desde allí intenta descalificar lo que no puede detener
ese aluvión sentipensante que generan artistas e intelectuales
en comunicación con multitudes críticas
que utilizan el elemento creativo para la combustión libertaria
Es la cultura, estúpido!