La guerra de los supremos

Finalmente, la rivalidad entre Rosenkrantz y Lorenzetti hizo estallar un escándalo en la Corte Suprema. El flamante presidente del máximo tribunal responsabilizó a su antecesor de vaciar y no querer entregarle el acceso a la web del Centro e Información Judicial. La respuesta de Lorenzetti fue mediante una durísima carta donde lo trata de “mediocre” y maltratador de mujeres.

 miércoles, 10-octubre-2018

Lorenzetti le toma juramento a Rosenkrantz. Hoy, se tiran con munición gruesa sin esconder sus diferencias.


Increíble pero real: la Corte Suprema, una institución siempre reglada bajo lenguaje judicial y con bajo perfil en cuanto a escándalos públicos, sacó los trapitos al sol de la manera más brutal. Pocos días después de completar su plan para desplazar a Lorenzetti de la presidencia de la Corte y asumir el cargo, acusó a su antecesor mediante una resolución de vaciar el área de comunicación de la corte.

Según el juez, exabogado de grandes grupos empresarios y responsable del fatídico 2×1, señaló a Lorenzetti por haber dejado sin conducción el área poniendo “en riesgo la continuidad operativa del Centro de Información Judicial (CIJ)”. Es la web que se encarga de publicar noticias y documentos judiciales. Antes de dejar la presidencia, Lorenzetti hizo su movida: trasladó a María Bourdin, funcionaria de su confianza y responsable de la Secretaría de Comunicación, y se aseguró que siguiera bajo su ala después del cambio de mando. Además, trasladó al segundo del área, Pablo Méndez, y otros empleados abocados a la tarea de comunicación.

Rosenkrantz sacó chapa: en su resolución le advirtió a Lorenzetti que la Secretaría de Comunicación depende de forma “directa” del presidente de la Corte a partir de una acordada de 2012 y que “de modo urgente” necesita contar “con acceso exclusivo e irrestricto a la página web”.

La respuesta de Lorenzetti fue contundente: dijo que la resolución de Rosenkrantz fue “algo que nunca ha sucedido en los últimos años” y que es “propio de épocas que hemos querido superar”. Lo acusó de proponer la privatización del CIJ –entregando información reservada de la web a una persona que pertenece a una consultora- y de maltratar a una mujer, la propia María Bourdin. “Hubo expresiones que se apartan notoriamente de los criterios de respeto que se le deben a un Secretario de Corte, de la política de género y protección de la mujer que la propia Corte lleva adelante, y de la independencia que se le debe a un periodista profesional”, escribió Lorenzetti.

Según el expresidente del tribunal, Rosenkrantz creó un “clima de tensión, de temor, de amenazas telefónicas y de falta de respeto de los derechos del trabajador y la persona” y tomó una medida “autoritaria”.

Lorenzetti se lamentó por la “mediocridad” de la resolución de su colega -¿o quiso referirse a la mediocridad del propio Rosenkrantz?- y le señaló que “las decisiones siempre han sido consensuadas en el pleno de ministros” y no de forma “personalista”.

El momento menos oportuno

La novela del máximo tribunal llegó justo el día en que comenzó el J20, un encuentro de magistrados de todos los países que integran el G20. Hoy, en el cierre de ese evento, deben estar juntos para la foto de cierre. ¿Tregua o quiebre?