“Lo que necesitamos para enfrentar esta pandemia va en contra de nuestra naturaleza”
El aislamiento como único recurso para enfrentar la pandemia genera tanta frustración como angustia, miedo y en muchos casos, dispara un mecanismo de negación que activa conductas peligrosas para el resto. Adriana Taboada, investigadora de la UNTREF, señala los riesgos de sólo contemplar el aspecto médico de la enfermedad.
miércoles, 9-septiembre-2020

Adriana Taboada es investigadora del Centro de Estudios sobre Genocidio de la UNTREF.
Marchas anticuarentena, mecanismos obsesivos, paranoia, cuidados extremos o negación de los riesgos. La pandemia sostenida en un tiempo demasiado largo y sin un final en el futuro inmediato activa en las personas conductas que pueden resultar peligrosas para sí mismas o para el resto. Según Adriana Taboada, investigadora del Centro de Estudios sobre Genocidio de la Universidad Tres de Febrero, se trata de un fenómeno complejo que requiere competencias complejas para ser comprendido y atendido en todos sus aspectos.
“Hay una situación planetaria atravesada por este problema de salud y muestra que cuando este problema empieza a enfrentarse y empiezan las primeras medidas, el tema del aislamiento, lo que decimos es que el problema de salud se abordó solamente desde el aspecto médico”, dice en una entrevista con Nada del Otro Mundo. “Cuando la forma de enfrentarlo se extiende a lo largo del tiempo, precisan ser pensadas desde la psicología y también desde la sociología. No es solo un tema médico, necesita también de las ciencias sociales. No hay una respuesta única, sino que hay que desarrollarla, y requiere de muchas cabezas que piensen desde lugares distintos”, explica.
“Estamos en el marco de una enfermedad y una posibilidad de contagio, que no hay una herramienta para defenderse, entonces para enfrentarla requiere de conductas humanas. No hay recursos materiales sino conductas sociales, que deben extenderse en el tiempo, y son conductas contra natura. Los seres humanos somos gregarios, vivimos en grupo, y lo que necesitamos para enfrentar esta pandemia es algo que va en contra de nuestra naturaleza, como la distancia física”, agrega.
“Lo más primario es que necesitamos el contacto cuerpo a cuerpo. Si no tenemos eso, podemos morir. Hoy para no morir y no enfermar, tenemos que sostener distancias no sabemos por cuánto tiempo. La posibilidad de no contaghiarme depende de que me cuide otro, no de lo que yo haga. Lo que hago cuida al otro, y lo que hace el otro me cuida a mí. Este mecanismo que no es natural de cuidarse y cuidar, a lo largo del tiempo, produce grandes montos de frustración. Hoy, este cuidado de la vida, tiene que ver con el dolor, con el miedo, con la angustia y la frustración. Es un tema muy complejo, no todos pueden manejarlo”.
“Lo que vemos es grupos de personas, que la forma que tienen de lidiar con esto es negando que existe, negando la peligrosidad, con argumentos que parecen una locura. Es negar este mundo que percibo y funcionan en otro. Cuando algo sale a decir que es libre, son conductas locas, extrañas, no están registrando ni entendiendo. Si me junto con seis personas y considero que porque tengo un barbijo o mantendo distancia me estoy cuidando, es desconocer nuestra naturaleza. La necesidad de encuentro con el otro hace que naturalmente uno comience a reírse, a hablar, el barbijo va y viene, son conductas esperables. Cuando esto pasa, el problema es la saliva, que nos contagia a todos. El tapaboca no es por mí, es por el otro. Es una situación compleja y hay que abordarla de manera compleja. Genera profundo sufrimiento, pero es lo que hay que hacer, no hay otra manera por ahora”, concluye.