Macri o la nada misma

Mauricio Macri desmintió solapadamente la delarruización de su gobierno, al asegurar que su presidencia no terminará con "una crisis como la del pasado". Habló pero no dijo nada. Se lo notó desconectado de los problemas y sin recursos discursivos. La promesa de una baja de 10 puntos de la inflación para el año próximo sonó desmoralizadora. No quedó muy en claro el objetivo de la conferencia de prensa, salvo para llevar tranquilidad al campo: no habrá cambios en las retenciones. No se hizo cargo, pero tampoco desmintió, el escándalo de los aportantes truchos en provincia de Buenos Aires.

 miércoles, 18-julio-2018

Forbes le pidió más ajuste a Macri y lo puso en tapa (y en todas las redes del mundo) con una dura advertencia.


En una conferencia de prensa donde ratificó todo lo hecho por su gobierno y donde -a dos años y medio de asumir- responsabilizó de la crisis al gobierno anterior, Mauricio Macri insistió con la metáfora metereológica de la tormenta, aunque con lapsus incluido. “Estamos en una tormenta pero hemos sabido arriar las bande… las velas”, balbuceó.

Pero más que el lapsus, lo llamativo fue que el Presidente desmintió solapadamente la “delarruización” de su gestión. “No vamos a ir a una crisis como la del pasado”, sostuvo, y encendió más alarmas.

A Macri se lo vio desgastado, molesto, y sin iniciativa discursiva. La única promesa que hizo fue en relación a la inflación, que en el primer semestre llegó al 16%. Dijo que el año próximo bajará 10 puntos, sobre los más de 30 con que finalizará el 2018. Sonó al cuento del Pastor Mentiroso.

Macri no bajó ningún mensaje concreto a una ciudadanía en estado de desconcierto, haya o no votado a Cambiemos. Ni a los sectores pobres ni a la clase media. Sí le dijo al campo que mantendrá la rebaja de las retenciones, confirmando que en el ajuste en marcha hay hijos y entenados. Con esta decisión, el gobierno queda a la derecha del FMI, que hoy aconseja detener la reducción impositiva de la que gozan un puñado de grandes grupos exportadores. “Las retenciones no son un impuesto inteligente”, sostuvo, y ponderó el Impuesto a la Ganancias como un tributo más adecuado. Tal vez el mandatario no recordó que ganó las elecciones, en parte, con la promesa de eliminar tal impuesto en los salarios de los trabajadores.

Con respecto al escándalo de los aportantes truchos de la campaña electoral de 2017 en la provincia de Buenos Aires, remitió a su “ahijada”, la gobernadora María Eugenia Vidal. No desmintió la investigación de Juan Amorín ni juró poner las manos al fuego por ella. En cambio, dijo que la mandataria ya había anunciado medidas y ponderó la necesidad de bancarizar los aportes de campaña. Por lo demás, usó el latiguillo de la “investigación en marcha”, y a otra cosa.

Sobre la legalizacipon del aborto que se debate en el Senado, no desmintió a Elisa Carrió, quien había afirmado que el Presidente habilitó el proyecto porque pensaba que se caía en Diputodos. Pidió valorar “poder hablar de un tema tabú” y, como un padre orgulloso del crecimiento de sus hijos, destacó la “madurez” de la sociedad para encarar el tema.