Mi querida narcoreina
Patricia Bullrich tuvo que pedir disculpas a Holanda luego de calificar a ese país como un narcoestado. En su afán de defender la penalización de los consumidores, utilizó información errónea sobre las políticas aplicadas en ese país, que regula el consumo de marihuana y hachís.
martes, 24-abril-2018

Bullrich apeló a información errónea para oponerse a la despenalización del consumo de drogas.
“No quise ofender al Gobierno de Holanda. Tampoco a la reina Máxima, lo que dije fue para referirme a un tema interno de la Argentina”, se defendió la ministra de Seguridad luego de tratar a ese país como un narcoestado por su política de permitir el consumo de marihuana y hachís.
Según Bullrich, “la despenalización de la droga fracasó en todos los lugares donde se aplicó”, lo que no es cierto en el caso holandés. Tanto las autoridades de ese país como el periodista Emilio Ruchansky, autor del libro “Un mundo con drogas”, desmintieron a Bullrich, quien tuvo que pedir disculpas formales a la embajada.
La funcionaria había dicho que la no criminalización de la droga había provocado un “aumento de los problemas de salud, los choques, los casos de violencia y los problemas de muerte”. También que el 80% de los coffee shops (lugares permitidos para consumir marihuana y hachís) habían cerrado.
Ruchansky aportó datos que refutan a la ministra: “La regulación de la venta de drogas fue una decisión tomada por Holanda aplicando el criterio de oportunidad, un criterio jurídico que permite a un Estado decidir qué cosas no quiere perseguir. En este caso, lo que no se persigue es la venta de cannabis y hachís”.
Salud vs criminalización
Para el periodista, “la idea sanitaria base de todo esto es que la puerta de entrada a las drogas duras no es la marihuana, sino el contacto con el dealer. Si se logra que los consumidores no vayan a comprarle a un dealer, se restringen las posibilidades de que les ofrezcan cocaína o heroína. El que va a comprar marihuana lo hace legalmente y sólo consigue marihuana”.
Incluso explicó que los holandeses, que implementaron la despenalización de estas drogas en los 70, las revisaron en 1995 y en 2009 con resultados positivos en ambos momentos. “El objetivo de la regulación de la venta de cannabis y hachís, derivado de la marihuana, había sido reducir la cantidad de contagios de HIV y hepatitis C por el uso de jeringas compartidas”.
Tampoco se han cerrado los coffee shops, “que tienen una reglamentación muy severa: no pueden vender alcohol ni tabaco, y cuidan que los clientes no usen el celular para evitar que llamen a un dealer, porque saben que si les encuentran otras drogas en el local serán clausurados”, aclaró el especialista.