“No buscan seguridad sino generar terror”
El especialista en seguridad democrática Lucas Crisafulli consideró que la presencia de Gendarmería en tareas de seguridad urbana descansa en un “fascismo gubernamental” que “avanza sostenido por una parte importante de la sociedad que lo defiende”. "¿Qué busca Gendarmería? ¿Qué un gran narcotraficante suba al colectivo y tenga encima toneladas de droga? ¿Qué un homicida en vez de tener el DNI tenga un cuchillo ensangrentado con el que acaba de asesinar?", se preguntó.
martes, 23-octubre-2018

La Gendarmería ha participado en represiones a protestas sociales: ahora puede disparar sin preguntar.
El abogado y especialista en seguridad democrática Lucas Crisafulli rechazó la concepción de seguridad urbana basada en la presencia de Gendarmería en las calles, como sucede desde hace días en esta ciudad, y dijo que la actuación de este cuerpo militarizado no busca hallar delincuentes sino “desparramar el terror”.
“Gendarmería busca desparramar el terror. Buscan que el miedo de la población sea tan grande que el silencio cómplice se apodere de nosotros. Busca disciplinar a las poblaciones, hacerlas dóciles, obedientes. Buscan que naturalicemos el Estado de excepción, que a estas alturas parece ya una regla”, enfatizó.
“Parece difícil entender que cuatro personas con armas largas, sin dar mayores explicaciones, obliguen a parar un colectivo de línea, asciendan al mismo y exijan que los pasajeros exhiban sus pertenencias, abran sus bolsos y muestren sus documentos y esas personas representen al Estado. Más difícil resulta aún entender que tal acto de violencia implica una medida tomada en conjunto por el gobierno nacional y provincial para brindar “seguridad”, señaló el letrado, uno de los impulsores del nuevo Código de Convivencia Ciudadana de la provincia.
“No es legal lo que está pasando, pero se han borrado bastante los límites de lo legal en un Estado que al tiempo de recortar derechos sociales, avanza en la criminalización de la pobreza, la protesta y el terror de la población”, aseveró.
Como en los tiempos de la dictadura, a instancias de un acuerdo entre los gobiernos de la provincia y de la Nación, 300 gendarmes están realizando operativos de seguridad en colectivos urbanos de la ciudad, fundamentalmente en barrios considerados “zona roja”. En los ómnibus, los uniformados armados piden documentos y revisan bolsos de los pasajeros. En algunas zonas, como en el Marqués de Sobremonte, se ha establecido un apenas disimulado operativo de saturación con vehículos, hombres y armas.
“¿Qué busca Gendarmería? ¿Qué un gran narcotraficante suba al colectivo y tenga encima toneladas de droga? ¿Qué un homicida en vez de tener el DNI tenga un cuchillo ensangrentado con el que acaba de asesinar? ¿Qué hará el gendarme cuando un joven no tenga documento? ¿Qué procedimiento practicará cuando alguien se niegue a abrir la mochila? No es una obligación legal portar el documento de identidad para caminar. Pero aquí no se buscan aplicar la ley”, dijo el abogado al argumentar sobre la intención de sembrar terror y no de dar seguridad que esconde la modalidad.
Sumisión, vigilancia, castigo
“Lejos de pedir cumplimiento de la ley, exigen la sumisión de todos aquellos cuerpos controlados”, destacó Crisafulli al analizar el escenario, y consideró que “lo trágico de la situación es que todo ello sucede en gobiernos elegidos por el voto popular, que se hacen llamar democráticos y continúan expresando su lealtad a la Constitución Nacional”.
El abogado consideró que hay un “fascismo gubernamental” que “avanza sostenido por una parte importante de la sociedad que lo defiende”. Y puso como ejemplo un razonamiento bastante extendido entre algunos sectores proclives al control de los cuerpos (y de los pensamientos). “¿Cuál es el problema que controle si no tenés nada que ocultar?” repiten aquellos que creen sentirse más seguros cuando las fuerzas de seguridad controlan a Otros. ¿Será acaso que permitirán que la policía ingrese a su casa, revise sus papeles y escuche sus comunicaciones si total no hay nada para ocultar? La privacidad, la intimidad y la dignidad humana son derechos de todos, no privilegios de quienes tienen algo que ocultar. Quizás a algunos no les moleste cuando gendarmería revisa a otros. Incluso podrán existir personas que no les moleste demostrar una sumisión canina frente a las fuerzas de seguridad. Algunos, frente al miedo, ceden libertad y dignidad para transformarse en súbditos. Sin embargo eso no es viable en un Estado que quiere seguir llamándose democrático”, agregó.
Y finalizó: “La inseguridad no se combate con gendarmería controlando como en las peores épocas de la dictadura. La inseguridad debe combatirse con la ley y la Constitución Nacional, y estos procedimientos rebasan cualquier legalidad. No hay mayor inseguridad que la producida por la obsesión de tener seguridad a cualquier precio. La democracia no es negociable en aras del orden”.