Bettina Marengo

 

columnista alreves.net.ar

El peronismo federal y la trazabilidad del poder

Dicen que sólo entiende la política argentina quien entiende al peronismo. Y para eso, hay que seguir la traza del poder. Hasta ahora, el peronismo Federal tenía un referente, Mauricio Macri. Lo fue por la necesidad de dar a los poderes fácticos, a la prensa, al propio oficialismo y al kirchnerismo un mensaje claro: que conforman un espacio político edificado sobre la base del peronismo (como alimento a base de yogur, que no es yogur) que nada tiene que ver con Cristina Kirchner ni con el “populismo”. Somos este modelo de peronismo, no peronismo a secas, dicen.

En las últimas semanas, la caída de las expectativas sobre el gobierno de Macri, el malestar social por la inflación y los tarifazos, y tanta iniciativa impopular del gobierno (todavía no se sabe si se traducirá en desilusión política de su electorado y en posterior cambio de voto) excitó el nervio del poder de los Federales. Macri está debilitado en el Congreso y en las encuestas, y ya no parece invencible en 2019. Así lo deslizó el más macrista de los gobernadores federales, Juan Schiaretti. El cordobés quiere y puede liderar el espacio nacional y por lo tanto necesita enviar mensajes más triunfalistas y más peronistas de los que venía dando, aunque el que siga la trazabilidad de sus movimientos no debería perder de vista que su objetivo final es retener el poder en la Gobernación para Unión por Córdoba.

Los federales aseguran que no hay lugar para Cristina en el departamento que acaban de estrenar, pero al mismo tiempo admiten que será difícil derrotar a Cambiemos sin la exmandataria y los votantes del Frente Ciudadano. Del dilema muchos quieren salir cavando en zigzag. Esto es, con otros cuatro años lejos del poder central, precio a pagar para lograr que el tiempo, la Justicia y el propio desgaste político jubilen a Cristina. “Como a Menem”, afirman. Mientras tanto, afincarse en los distritos y retener el máximo poder posible en el Parlamento. Y de paso, que en este plazo aparezcan candidatos electoralmente competitivos, que hoy no están, en un equipo de defensores y mediocampistas experimentados, pero sin goleadores.