Darío Gomez Pucheta

 

columnista alreves.net.ar

Que la campaña, no nos tape el bosque

Las manifestaciones de la ciudadanía se expresaron de manera contundente contra el proyecto de ley que actualmente está en la Unicameral (Foto: Gentileza de Ecos Córdoba)

El dicho popular suele decir “que el árbol, no nos tape el bosque”, para explicar situaciones complejas y amplias, que pretenden ser reducidas en razonamientos simplistas. La actual campaña electoral podría sintetizarse a una disputa por quien representa el cambio y se encuentra más lejos de la corrupción. Mientras problemas profundos como el cuidado del ambiente urbano, la inclusión social y la protección del bosque nativo quedan en un segundo nivel del discurso político.

La defensa del bosque nativo por una multitud de ciudadanos, organizados en coordinadoras, foros, asociaciones y grupos; investigadores, académicos y autodidactas activistas, indica la importancia que el tema adquiere en el imaginario social de miles de cordobeses y cordobesas.

En la Ciudad de Córdoba (como en muchas ciudades de la Provincial) se institucionalizó un imaginario de “progreso” (usado predominantemente por Unión por Córdoba) que niega el Derecho a la Ciudad. Se niega la idea de que la Ciudad debe ser para la vida de sus ciudadanos, siendo un hábitat que posibilite la satisfacción de las necesidades como aire puro, agua potable, alimentación, espacios verdes para la recreación, movilidad y promueva la participación de sus habitantes en la resolución de sus problemáticas. Este ideario impulsado por el Gobierno Nacional, Provincial y el Municipal, se representa en la mercantilización de la ciudad, en la que el progreso se reduce a construir consumidores pero no ciudadanos, privatizar la ciudad y su vida urbana, teniendo como consecuencias (¿no deseadas?) que quienes no consumen quedan afuera, al margen del sistema; y la depredación de ecosistemas naturales.

Este imaginario neoliberal se sostiene en la idea ficticia de la existencia infinita de recursos naturales, en la creencia de una naturaleza proveedora a la que se le pueden extraer productos ilimitadamente y que las leyes del mercado harán la mágica distribución. ¿Es sustentable socio-ambientalmente este imaginario del mundo? La respuesta es no.

No hay ninguna ciudad que sea sustentable; pero se pueden lograr mayores índices de sustentabilidad reconociendo la necesidad de contar con lagos y ríos que nos brinden agua para la existencia de toda vida, áreas productivos que provean de alimentos saludables a bajo costo y ecosistemas naturales que brinden desde oxigeno a innumerables servicios tangibles e intangibles que equilibran el ecosistema ambiental del que formamos parte. Las ciudades necesitan de este delicado y complejo sistema productor de vida para sostener la sociedad y su urbanidad.

Un informe del Credit Suisse de enero de 2016, indica que el 1% de la población mundial tiene la misma riqueza que el 99% restante, por lo que podemos deducir que una pequeña porción de la especie humana es hiperconsumidora y que se están apropiando de los recursos del planeta en detrimento del resto. Esta crisis que es civilizatoria (más que climática) tiene su representación social a nivel local y sus consecuencias ambientales (con inundaciones, sequías, incendios forestales, basurales, explotación minera, etc.).

Mientras tanto en estos tiempos de campaña electoral de alto volumen (des)informativo se nos presentan discursos y publicidades para que compremos la propuesta que nos vende un futuro mejor… ¿pero cómo es y cómo se pretende llegar a ese futuro?

La ciudadanía de Córdoba casi en simultaneo con el comienzo de la campaña realizó una nueva marcha en defensa del bosque nativo con más de 20.000 participantes, para exponer ante nuestros legisladores la necesidad de proteger y recuperar el bosque nativo de la Provincia, que en la actualidad solo llega al 4% del existente originariamente. En el periodo que queda hasta Octubre, cuando votemos en la elección general que definirá los nueve representantes de Córdoba en la Cámara de Diputados de la Nación, será necesario escuchar y entender las posiciones y opiniones de nuestros candidatos.

Habrá que dilucidar entre quienes ofrecen una visión lineal, que cae en la simplicidad (ficticia) de primero tomar el ambiente natural, poseerlo, extraerle recursos, exprimirle sus riquezas y (en el mejor de los casos) expulsar a personas a los cinturones de pobreza de las ciudades; luego producir, comercializar, consumir y especular con las finanzas y el mercado inmobiliario; para que finalmente sus excedentes terminen en más basura en la atmósfera y en los territorios en los que los hiperconsumidores no quieren vivir (como Bouwer, Piedras Blancas o Parque Santa Ana, solo por dar algunos ejemplos).

Por otro lado estarán quienes proponen innovaciones que incluyan a sectores sociales excluidos como: recolectores urbanos, pueblos originarios, productores regionales y locales que requieren de la existencia del bosque nativo, que también planteen alternativas que generen trabajos verdes y contemplen preservar el bosque nativo y su biodiversidad.

Los candidatos deberán explicitar como protegerán el bosque nativo y un ambiente sano como se contempla constitucionalmente, los ciudadanos deberemos velar por el Derecho a la Ciudadanía (por el derecho a una vida social con mínimas garantías y servicios para una vida digna y saludable), deberemos demandar ideas que postulen una sociedad en la que no todo puede ser comprado, ni vendido; deberemos velar por el Derecho a una Ciudad (y una Provincia) inclusiva en el que se contemple la diversidad cultural, social y ambiental con espacio para la participación de todos y todas; porque más temprano que tarde tenemos que comprender que sin bosque nativo tampoco hay ciudad sustentable. Velemos porque esta campaña, no nos tape el bosque.