Santiago, día 48: los teléfonos no callan
Aunque el pacto de silencio pareciera empezar a resquebrajarse, quienes podrían guardar las pruebas claves de la causa son los teléfonos de los involucrados. Esos registros contienen conversaciones de los gendarmes sobre el caso y, más importantes aún, las comunicaciones entre el jefe de gabinete del Ministerio de Seguridad y los jefes de la Gendarmería de Esquel.
lunes, 18-septiembre-2017

Gendarmeas y funcionarios cada vez más comprometidos con los audios que salen a la luz
La investigación por la desaparición de Santiago tomó en la última semana una curva tras la cual el foco se centra sobre la Gendarmería. El gobierno pretende instalar la teoría de “la patrulla perdida”, o hechos de insubordinación durante el operativo, o algún gendarme excedido. Sin embargo, hay versiones contradictorias en las declaraciones de gendarmes y están los que no pueden mentir ni sumarse al pacto de silencio: los teléfonos de los involucrados.
De las declaraciones, surge que a pesar de que el subjefe del Escuadrón 36 de Gendarmería de Esquel, Juan Pablo Escola, dijo que ningún uniformado llegó a menos de 40 metros del río, eso no fue así. Por ende, empezaron a hablar de una patrulla que no habría hecho caso a las órdenes de los jefes. El sargento Daniel Orrego destruyó esa hipótesis: “No hubo insubordinados”. Por su parte, el cabo Darío Zoilán declaró haber escuchado a alguno de sus compañeros gritando “¡Tenemos a uno!”.
De las pericias telefónicas surge que Pablo Noceti, jefe de gabinete del Ministerio de Seguridad, tuvo varias comunicaciones con Méndez y Escola -jefe y subjefe zonales de Gendarmería- tanto antes como durante y después de la desaparición de Santiago. En una de las llamadas posteriores, del día 3 de agosto, les alertó sobre el operativo que iba a realizarse sobre los vehículos de la fuerza. Esa toma de muestras se hizo una semana después, tiempo suficiente como para limpiar cualquier prueba. La información no pudo provenir de otro lado que no sea del juzgado del juez Otranto. El mismo que se niega a peritar la línea telefónica de Noceti, aduciendo que el funcionario “no está siendo investigado”.
“Noceti viene fogoneando desde hace mucho tiempo el tema de los mapuches. En agosto del año pasado, en un informe de gestión se alertaba sobre el peligro que representaba esa comunidad para la seguridad nacional. Ese documento fue escrito por Noceti luego de una serie de reuniones con personajes de la Sociedad Rural de Río Negro, Neuquén y Chubut”, le dijo a Al Revés Ricardo Ragendorfer, uno de los periodistas que viene publicando información jugosa sobre el caso. Además, Ragendorfer recordó que Noceti “dirigió estratégicamente la represión del 10 y 11 de enero, en un operativo ordenado, por cierto, por Otranto”. “La relación de Noceti con Otranto fue, operativamente hablando, siempre muy estrecha”, detalló Ragendorfer. De allí la negativa a peritar el teléfono de Noceti: en los registros habría varias comunicaciones con el juez.
Entonces, si el juez es el mismo que ordenaba los operativos y coordinaba con Noceti, lo que lo ubica como parte ¿por qué esta a cargo de la causa de la desaparición de Santiago? “Es una rareza procesal que Otranto sea el juez de la causa. Me pregunto si en este caso y en general sigue rigiendo el estado de Derecho en este país”, se inquietó Ragendorfer. La familia Maldonado recusó días atrás al juez, quien rechazó la medida. Sin embargo, la Cámara de Comodoro Rivadavia citó a la familia y su abogada para escuchar los motivos del pedido recusatorio.