“Se está entregando la parte rentable de las telecomunicaciones”

Carlos de la Vega, especialista de FAMAF, dijo que, si bien no sería una privatización propiamente dicha, lo que determina la carta de intención es la entrega de una parte central del negocio de las telecomunicaciones a manos privadas y extranjeras. Además incluye el compromiso de ceder una posición orbital a la empresa. Decisión que, por ley, debería pasar por el Congreso.

 martes, 18-julio-2017

Arsat es una empresa que provee servicios y genera recursos. Esa caja es la que podría estar en juego.


Por Grego Tatián

La carta de intención firmada por Arsat con la norteamericana Hughes generó una gran repercusión en la opinión pública y en los círculos especializados. Carlos de la Vega, secretario de Gestión Institucional de la FAMAF y ex colaborador del Ministerio de Defensa en cuestiones tecnológicas, dijo a Al Revés que “es una operatoria sutil” mediante la cual se entregaría, en caso de concretarse, “la parte más rentable del negocio de las telecomunicaciones”.

“No es exactamente la privatización de Arsat. Es más sutil que lo que sucedió en los ’90. Arsat fue pensada verticalmente, como propietaria de la fibra óptica, de los derechos orbitales, de los satélites, de los elementos para la conectividad terrestre y de la provisión de servicios en el mercado mayorista. Eso genera un flujo financiero y eso sería lo que se está entregando: la caja“, sostuvo De la Vega. Además, agregó que, en teoría, esa generación de recursos económicos debería “volcarse a nuevos desarrollos tecnológicos”.

“Lo que parecería ser que está en juego es la gran vaquita lechera del negocio de las telecomunicaciones mundiales. Arsat es una empresa integrada verticalmente, que tiene todo el negocio de la provisión de servicios. Eso es lo que se está entregando: la caja”.

Carlos de la Vega, secretario de Gestión Institucional de la FAMAF y ex colaborador del Ministerio de Defensa en cuestiones tecnológicas

Una carta en conflicto con la ley

Respecto a la carta de intención en particular, De la Vega aseguró que “el meollo de la cuestión es la cesión de posiciones orbitales”. “Junto con la propiedad del Arsat-3, la empresa Arsat se compromete a gestionar para colocar en cabeza de esta nueva empresa al menos una de las órbitas que tiene asignadas nuestro país”, amplió el especialista.

Argentina tiene dos órbitas asignadas por la Unión Internacional de Telecomunicaciones: la 71,8° Oeste y la 81° Oeste. Cada órbita puede alojar más de un satélite pero puede tener un solo titular. O sea, un solo operador. Argentina pidió una tercera posición -la 91,5° Este- pero todavía no le fue asignada. El documento firmado también se refiere a la cesión de la banda Ka, muy codiciada por la calidad y cantidad que permite transmitir. “En estas cesiones sí hay un punto de colisión con las leyes existentes: con la ley de creación de Arsat y con el decreto que transfiere la titularidad de las posiciones orbitales a Arsat. La promesa de cesión de la posición orbital es explícita”. Las leyes marcan que esa decisión debe tomarse en el Congreso.

De la Vega también observa otros puntos reñidos con el marco normativo. Por ejemplo: Hughes y Thales Alenia serían proveedores de equipamiento. “La Ley de Desarrollo Satelital establece una serie de etapas de nacionalización del desarrollo satelital. Hay que ver si alguno de estos insumos estarían dentro del plan previsto en la ley”, comentó De la Vega.

Hay otro punto a tener en cuenta en la carta de intención: establece que cualquier disputa legal se hará bajo las leyes de New York y, de hacer falta un arbitraje, se llevará a cabo en Manhattan. “Es un elemento muy complicado”, opinón De la Vega. Un punto que remite inmediatamente al juez Griesa, la negociación con los fondos buitres y el perjuicio que tuvo para el país. La carta de intención tiene como plazo final para convertirse en acuerdo el 31 de agosto. ¿Será una reapertura novedosa de la carretera de mano única que lleva del Estado hacia los privados? En un mes y medio, como máximo, se sabrá la respuesta.