Tristeza ñao tem fim
“La gente pobre morirá en la puerta de los hospitales”, pronosticó Miguel Srougi, médico y profesor de la Universidad de San Pablo. A la falta de respuestas del Estado y al aumento de muertos e infectados por el coronavirus en Brasil, se le agrega la cruda realidad de las favelas. Más de 11 millones de personas viven en condiciones de hacinamiento, falta de agua potable y con escasos recursos sanitarios en todo el país. El sábado se conoció el primer infectado en la favela Ciudad de Dios en Río de Janeiro y disparó la alarma por la velocidad y la facilidad con la que podría propagarse el virus.
lunes, 23-marzo-2020

Un cuarto de los habitantes de Río de Janeiro, viven en las favelas. Los especialistas consideran que la vulnerabilidad social y económica no permitirá enfrentar la crisis sanitaria provocada por el coronavirus - Fotografía de Joao Ritter
De acuerdo a una entrevista al médico y profesor de la Universidad de San Pablo, Miguel Srougi, publicada en O Globo, el coronavirus tendrá efectos desastrosos sobre los sectores más desprotegidos socioeconómicamente. “La gente pobre morirá en la puerta de los hospitales. El hombre pobre morirá en la vereda”, pronosticó crudamente el especialista frente a la pandemia del coronavirus. El triste vaticinio se apoya en la insuficiente infraestructura hospitalaria brasilera: hay “1,95 camas por cada mil habitantes” – cuando el número “adecuado” sería más de 10 camas por cada mil personas – y, por otro lado, los dispensarios no cuentan con la cantidad de material ni de personal necesario para atender una emergencia de esta magnitud.
El sábado pasado se confirmó el primer caso de coronavirus en la favela Ciudad de Dios en pleno Río de Janeiro y puso en jaque a todo Brasil. Teniendo en cuenta la rapidez y la velocidad con la que -ha demostrado- se propaga el COVID-19, es imposible no calcular que las más de 11 millones de personas que habitan estas humildes ciudades en todo el país no estén condenadas al contagio inmediato. Las condiciones de hacinamiento, la falta de agua potable, las escasas medidas de higiene y la poca capacidad de los dispensarios conduce a pensar que los sectores más humildes vivirán esta pandemia con muy pocas posibilidades de salvarse. “La ironía es que la enfermedad fue traída por los ricos a Brasil, pero va a explotar entre los pobres “, estima Paulo Buss, miembro de un prestigioso centro de investigación en salud pública de Brasil.
En ese sentido, los especialistas señalan que es muy poco probable que los habitantes de las favelas puedan cumplir con el distanciamiento y/o el aislamiento social – que aún el presidente Jair Bolsonaro se niega a decretar – debido a que la mayor parte de las casas de las favelas tienen sólo dos o tres espacios en los que viven de cinco a ocho habitantes. También remarcan que hay cortes continuos de agua potable, lo que imposibilita una adecuada higiene. Además subrayaron que en las favelas de Copacabana se concentra la población de mayor riesgo como son los adultos mayores y que allí, por ejemplo, funciona un dispensario que atiende tanto a los habitantes de la favela como a los turistas de todo el mundo.
A esta evidente desprotección social, se le adiciona la vulnerabilidad económica. La mayor parte de los habitantes de las favelas son trabajadores de la economía informal, o bien son desocupados. En medio de este contexto, “la alternativa es morirse de hambre o correr el riesgo de morirse contagiándose el coronavirus”, sostienen los profesionales. El médico Miguel Srougi criticó duramente la falta de políticas proactivas del presidente Jair Bolsonaro para prevenir y detener la pandemia. “El presidente, de manera incompetente e inmoral subestimó la gravedad de la pandemia”, disparó el especialista. “Pensó que con palabras podría desviar la atención popular y evitar un hallazgo obvio: la ruina de la atención médica en Brasil, especialmente la de los más necesitados”, analizó. “Los grupos que estén mejor posicionados socialmente sobrevivirán, ya que tienen mecanismos de defensa más fuertes”, concluyó.