Un cruzado en Planalto

El ex capitán Bolsonaro no defraudó en sus seguidores en su primer discurso como presidente del Brasil: prometió liberar al país de la "sumisión ideológica", defender "la tradición judeocristiana", luchar contra la ideología de género y terminar con el gigantismo del Estado. Este último punto, junto a su declaración de fe por el "libre mercado", serán los ejes económicos de su gobierno de ultra derecha.

 miércoles, 2-enero-2019

Bolsonaro y su esposa saludaron a los millares de seguidores que canturrearon "la bandera brasileña nunca será roja"


El militar de ultraderecha Jair Bolsonaro asumió como presidente del Brasil y puso en funciones a sus ministros, de los cuales cinco son militares como él y el vicepresidente Hamilton Mourao. En sus primeras palabras como presidente de la principal economía de la región, prometió “unir al pueblo, valorar la familia, respetar las religiones y nuestras tradiciones judeo-cristianas, combatir la ideología de género, conservando nuestros valores”. “Brasil volverá a ser un país libre de amarras ideológicas”, señaló. Lo dijo en obvia referencia al PT que creó el ex presidente Lula Da Silva, y como si él, un hombre de la derecha y del conservadurismo cristiano, neoliberal y partidario de la mano policial durísima, no estuviera atravesado por la ideología. En su gabinete de 22 miembros hay solo dos mujeres, una de las cuales es una pastora evangélica.

No se privó de nada Bolsonaro. Usó la palabra “restaurar” para hablar de lo que hará su gobierno. “Vamos a restaurar y volver a erguir nuestra patria, liberándola definitivamente del yugo de la corrupción, la criminalidad, de la irresponsabilidad económica y la sumisión ideológica”, dijo.

Más allá de sus afirmaciones afiebradas y su tono de cruzado medieval, Bolsonaro marcó un claro rumbo económico para su país. Dijo que se acabó el “gigantismo estatal”, una elipsis para confirmar achiques, ajustes y privatizaciones, y sostuvo que en economía su gobierno traerá “la marca de la confianza, del interés nacional, del libre mercado y de la eficiencia”.

El ex capitán del Ejército y ex diputado nacional utilizó unos diez minutos para dar su primer discurso como jefe de Estado. La ceremonia de traspaso de poder se hizo en el Congreso ubicado en Brasilia, lugar donde debería haber estado la depuesta Dilma Rouseff, si no hubiera operado un golpe de Estado palaciego y judicial. “Me presento ante todos ustedes en este día, como el día en que el pueblo empezó a liberarse del socialismo, a liberarse de la inversión de valores, del gigantismo estatal y de lo políticamente correcto”, afirmó y convocó a un “pacto nacional entre la sociedad y los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial”. “Brasil arriba de todo y Dios arriba de todos”, manifestó, como en sus actos de campaña.

Afuera, sus seguidores lloraban y cantaban, como si estuvieran en plena guerra fría: “La bandera del Brasil nunca será roja”.

Armas para todos y todas

Bolsonaro confirmó su promesa de campaña en relación a la libre portación de armas por parte de los ciudadanos civiles, como sucede en EE.UU. “El ciudadano de bien merece disponer de los medios para defenderse, respetando el referéndum de 2005, cuando optó, en las urnas, por el derecho a la legítima defensa”, remarcó.

También se dirigió a los miembros de la fuerza policial y a los de las FF.AA. “Contamos con el apoyo del Congreso Nacional para dar el respaldo jurídico a los policías para realizar su trabajo. ¡Ellos merecen y deben ser respetados!”, remarcó. Y agregó que las Fuerzas Armadas” tendrán las condiciones necesarias para cumplir su misión constitucional de defensa de la soberanía, del territorio nacional y de las instituciones democráticas, manteniendo sus capacidades disuasorias para resguardar nuestra soberanía y proteger nuestras fronteras”.

Carta desde la cárcel

Desde la prisión de Curitiba, el ex presidente Lula Da Silva envió una carta que fue reproducida por el PT. “No vamos a bajar la cabeza ni dejar que nos saquen la alegría de vivir, siempre tuvimos coraje de luchar y tenemos coraje para recomenzar”, dijo Lula, proscripto en las elecciones por una condena sin pruebas en la causa Lava Jato.