Un tridente de temer
En una entrevista a coro organizada por una fundación ultraliberal que integra el escritor peruano Mario Vargas Llosa, Mauricio Macri y Sebastián Piñera arremetieron contra la educación pública, los docentes y sus sindicatos, la democracia venezolana y “los populismos” de América Latina.
viernes, 27-abril-2018

Piñera, Vargas Llosa y Macri en la cena de la Fundación Libertad.
La excusa fue la cena en conmemoración del 30° aniversario de la Fundación Libertad, donde ambos jefes de estado fueron entrevistados públicamente por el escritor Mario Vargas Llosa. En un lujoso espacio de Parque Norte, Macri, Piñera y el ganador del Premio Nobel de Literatura de 2010 arremetieron contra los gobiernos populares de América Latina que los precedieron y sus principales políticas públicas.
Consultado sobre la política educativa de cada país, Vargas Llosa preguntó qué había pasado con el sistema educativo argentino, que “se desmorona, perdió el norte y el rumbo”. Luego de frases vacías del chileno, Macri tomó la posta para criticar a uno de sus enemigos predilectos: “La Argentina está haciendo una cirugía, que tiene dolor, pero es la única forma para que vuelva a ser ese país maravilloso; hay luz al final del túnel”.
“Los argentinos tuvimos una fiesta de populismo que duró mucho tiempo y eso nos llevó a reflexionar y a elegir un camino del cambio basado en otros valores”, dijo el líder de Cambiemos. “Tal vez en la educación, justamente, va al centro del cambio cultural”, y agregó: “Ciertos sectores del gremialismo se han creído dueños de la educación pública, y ellos no son eso, son servidores públicos que representan a una de las profesiones más nobles del mundo, que es ser maestro”.
Reafirmando el paradigma meritocrático e individualista, Macri afirmó que “han llevado el sistema educativo hacia la destrucción del mérito. Han acumulado mucho poder y hacen el daño mayor, que es no ponerse frente a la clase e interrumpir con los paros”.
El demonio venezolano
Vargas Llosa apuntó luego sus cañones hacia el enemigo público número uno del liberalismo latinoamericano después de Cuba: “Venezuela fue una democracia ejemplar. Ese país está hoy en día, por culpa del populismo y de un socialismo anacrónico, muriéndose de hambre”, “¿Qué podemos hacer para ayudar a los hermanos venezolanos?” tiró el peruano.
Macri pidió contestar primero para insistir con el “demonio” venezolano que tanto le rindió en la campaña electoral del 2015 y en su primer año de gestión para justificar el brutal ajuste llevado a cabo: “No llegamos a dimensionar lo cerca que estuvimos de caer en el camino de Venezuela”.
Su colega chileno no quiso ser menos: “Venezuela se transformó en una dictadura. No hay libertad de expresión, separación de poderes, debido proceso, respeto por los derechos humanos”.
Incluso anticipó que “nosotros no vamos a reconocer un gobierno que da un golpe de Estado y que se arroga todos los poderes. No vamos a reconocer la elección de mayo que no cumple con los estándares democráticos”.
Integrantes del gabinete nacional, la vicepresidenta Gabriela Michetti, los cancilleres argentinos y chilenos y grandes empresarios como Cristiano Rattazzi, levantaban sus copas para brindar por el neliberalismo regional bendecidos por uno de sus apóstoles más consagrados.