Una cuarentena difícil en los barrios

A un mes del aislamiento social y obligatorio, los barrios periféricos de la ciudad de Córdoba viven realidades complejas. Si bien hay gente que no toma conciencia, los vecinos referencian que la cuarentena es respetada a medias y dependiendo del momento del día. La mayor preocupación está relacionada con la falta de ayuda del gobierno provincial y municipal en cuanto a recursos y alimentos. También hay reclamos por la situación laboral de empleados cesanteados y trabajadores independientes.

 miércoles, 22-abril-2020

El aislamiento social y obligatorio trae aparejado una serie de preocupaciones complejas entre los vecinos de los barrios populares de la ciudad de Córdoba - Foto de Hugo Suárez


El aislamiento social y obligatorio – que probablemente será extendido más allá del 26 de abril – adopta otro color en los barrios periféricos de la ciudad de Córdoba. Según comentaron referentes vecinales y sociales a Al Revés, la cuarentena sigue siendo respetada a medias y dependiendo del momento del día: por ejemplo, en barrio Ampliación Altamira la medida no se respeta luego de las 12 de la noche, mientras que en Las Violetas el mayor movimiento de personas se produce durante el día. En cambio, en zonas como Argüello Norte la disposición no se cumple directamente.

El equipo periodístico logró dialogar con los vecinos acerca del tema. “Todavía hay gente que no entiende que esto no es un chiste”, señaló Facundo Arévalo, referente y presidente del centro vecinal de Barrio Villa Boedo al sudeste de nuestra ciudad. “Me están preguntando todos los días si hay casos de COVID en el barrio. Pareciera que si el centro vecinal avisa de algún caso, recién ahí van a tomar conciencia”, comentó Celeste Lescano, presidenta del Centro Vecinal de barrio Ituzaingó Anexo.

En otros sectores de la ciudad se percibe el cansancio y el hartazgo que genera el aislamiento en los vecinos, lo que conduce a que tomen menos recaudos en la prevención de la enfermedad. Sin embargo, resaltan que “las dinámicas del barrio cambian y la gente intenta ir acomodándose a ellas”, según lo que manifestó Jesica González de Mujeres Activando, barrio IPV Camino a Villa Posse. Cerca de Campo La Ribera, Silvia Olivares – referente del barrio y encargada de un comedor comunitario – señaló que otro punto central en el cumplimiento de la cuarentena es la presencia policial. “Un oficial me dijo que no tenían móviles para patrullar y que andan caminando”, contó la mujer.

La preocupación por la subsistencia

A la emergencia sanitaria desatada por la pandemia, se le suma la preocupación por la falta de alimentos y recursos para conseguirlos. Desde los centros vecinales y las organizaciones sociales explicaron que intentan dar respuesta a este problema a través de los comedores y merenderos comunitarios y las donaciones particulares. Indicaron que, en general, están llegando las ayudas del Estado como los módulos alimentarios de Paicor que reparten las escuelas, la Tarjeta Alimentar y el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE).

Pero esta asistencia termina por no ser suficiente. “Espero que el Estado se despierte. En Córdoba aún estamos esperando por políticas sociales del Gobierno Provincial”, reclamó Facundo Arévalo de Villa Boedo. En ese sentido, denunció que la Provincia está dando de baja varias tarjetas sociales otorgada por el Ministerio de Desarrollo Social. “Esto es muy grave por el momento que estamos pasando”, señaló.

En otro rincón del sur de la ciudad, Matías Albornoz – integrante del merendero Los Petaquitas y un comedor en Villa Unión – detalló que sostiene ambas iniciativas a través de donaciones. “Empezamos con la cena para 50 personas y ahora ya son 150”, manifestó. “Acá el mayor problema es la falta de alimentos y todo lo necesario para sobrevivir. Las personas se enojan y tienen miedo también”, relató Alicia Ceballos, del centro vecinal y de la ONG Milagro Para los Niños de barrio Cerrito en Arguello.

Otra de los reclamos que se profundiza en esta situación de emergencia tiene que ver con los recursos sanitarios. “Estamos viendo la falta de barbijos y de alcohol en el centro de salud. Ni algodón tienen para vacunar”, puntualizó Celeste Lescano, presidenta del Centro Vecinal de barrio Ituzaingó Anexo. En Campo La Ribera, los vecinos denunciaron la falta de vacunas en el dispensario y alertaron sobre el peligro del dengue. “La fumigación la conseguimos porque harté a la gente del CPC”, contó la referente Silvia Olivares. “Acá nos sentimos muy abandonados. Todavía seguimos siendo villeros”, analizó.

El trabajo, otro dolor de cabeza

De acuerdo a los testimonios de muchos vecinos de la ciudad, en los barrios existe mucha angustia y desánimo por la frágil situación laboral producto del aislamiento social y obligatorio. Las realidades son diversas y abarca tanto a changarines, vendedores ambulantes, obreros de la construcción y empleados en relación de dependencia.

“El estado de ánimo de la gente se empieza a desgastar. Hay muchos que están acostumbrados a levantarse a las 7 am y tener un horario de trabajo”, comentó Mónica Romero de la ONG La Barranquita de barrio Ampliación Altamira. “Los que hacían changas se las arreglan dentro del barrio, agarran alguna obrita. Yo estoy haciendo herrería en la zona. Después planifico un día para poder entregar, colocar las cosas y volver a casa”, relató Miguel Ángel Campos, referente de barrio 16 de abril.

Otra difícil realidad atraviesan quienes trabajan en relación de dependencia. “Mi hijo trabaja en una empresa y lo dejaron cesante sin pago hasta que termine todo esto y vean en qué situación queda la empresa. La metalúrgica otro tanto”, explicó Mónica Romero. “Hay mucha gente que trabaja en empresas de limpieza y les han pagado por partes”, señaló Juan Sosa, presidente del Centro Vecinal de Las Violetas. “A otros les adeudan los sueldos que cobran – 15 mil pesos por mes – y hoy no pueden cobrar ni los bonos ni el sueldo completo”, lamentó el referente vecinal.